FESCIGU 2012: Luces, sombras y dudas

[Artículo escrito y publicado en LaComunid@d.info el 30/09/2012. Fotos: Mariam Useros Barrero]

Aunque el sabor de boca que nos deja esta celebrada décima edición del Festival de Cine Solidario de Guadalajara es bastante bueno –gracias, en gran medida, a que se hizo justicia con el Primer Premio del Certamen- , lo cierto y verdad es que, mirándolo de manera reposada, uno no puede evitar ver algunas sombras y, sobre todo, muchas dudas de cara al futuro.

“Estamos muy contentos, todo ha funcionado tal y como esperábamos y el público se ha volcado. Nos han visitado muchísimos cortometrajistas y seguimos recibiendo críticas maravillosas, tanto de los espectadores como de directores e invitados”. Con esto es con lo que se quisiera quedar Luis Moreno, director del Fescigu, pero no puede ocultar su preocupación ante el hecho de que “los patrocinadores que hasta ahora teníamos han ido dejándonos poco a poco, han desaparecido las subvenciones de Junta y Diputación, y con el nivel que tenemos ahora mismo de patrocinio el Festival es inviable”. Sin embargo, “nuestra máxima ilusión es que haya una nueva edición, no queremos que esto acabe aquí”. Moreno confiesa que ya están estudiando la posibilidad de contactar con nuevos apoyos, dado que no espera mucho de las ayudas públicas –sólo el Patronato de Cultura ha ayudado económicamente el certamen de este año- . Y como muestra, un botón: ni un solo representante político estuvo anoche presente en la Ceremonia de Clausura.”Es algo que nos entristece y que nos lanza un mensaje muy directo de que parece ser que el Festival no tiene la suficiente importancia para ellos como para estar aquí hoy”. En cualquier caso, “el Festival no se hace para ellos (los políticos) sino para nuestro público y para los creadores, y ver que su respuesta cada año es igualmente emocionante hace que a nosotros nos apetezca seguir ahí”.

De la comedia urbana al drama bélico.

El Requetecorto Berlín y el Premio del Público ¿De qué se ríen las hienas? comparten un punto de partida parecido: líos y equívocos que tienen como origen un ligue de una noche. Un género, la comedia, que no es ajeno al director de esta última, el pontevedrés Javier Veiga, curtido en los monólogos televisivos. No es de extrañar, por tanto que “a él le gusta estar implicado en todo, controlar todos los aspectos técnicos y artísticos de la película, desde elegir a los actores hasta un detalle de iluminación o maquillaje y peluquería”, tal y como nos confiesan Laura Zapata y Macarena Fernández, miembros del equipo de producción de la cinta –y que fueron las encargadas de recoger el galardón ante la ausencia del realizador- . “El premio es ilusionante, muy bienvenido, ya que normalmente es muy complicado que gane una comedia, que es un género a veces algo desprestigiado”, y agradecen que el público alcarreño haya sabido no sólo reír, sino valorar todo el trabajo que había detrás de esta simpática cinta.

Los otros dos títulos premiados anoche, La manada y Aquél no era yo, se sitúan sin embargo en las antípodas de las otras dos anteriormente mencionadas. Historias más duras, sin apenas concesiones, con grandes dosis de brutal violencia implícita –en la primera- y explícita –en la segunda- , pero nunca gratuita. “Yo cuando era pequeño me cambiaban muchísimo de colegio”, nos confiesa Mario Fernández Alonso, “y me veía prácticamente cada año enfrentado a los otros alumnos, debido principalmente a mis problemas de adaptación y aceptación. Y aunque no eran situaciones así de siniestras y truculentas, había siempre cierta violencia y dureza, mucho más entre adolescentes, que pueden ser especialmente agresivos y violentos”. Grandes dosis autobiográficas, por tanto, en la cinta que se alzó con el Segundo Premio del Jurado, aunque el realizador no niega ciertas influencias culturales, “ciertos arquetipos de los jóvenes que se dedican a competir entre ellos” y que hemos podido ver en obras literarias como El señor de las moscas o cinematográficas como La naranja mecánica.

Si Fernández Alonso se estrenaba con estrella en el Fescigu, a Esteban Crespo le ha costado ocho años y cinco cortometrajes llevarse el “premio gordo” del certamen alcarreño, al que ya había acudido con sus cuatro trabajos anteriores y que en la pasada edición ya logró el Premio del Público con su anterior trabajo, Nadie tiene la culpa. “Este es un Festival al que le tengo un cariño muy especial, al que siempre he venido a presentar mis obras”. Aquél no era yo, una brutal mirada al espeluznante mundo de los niños soldado en África, surge de “una entrevista en la que leo a un ex niño soldado, ahora ya mayor, en la que sufre contando sus vivencias de una manera muy dura, y siempre dejando una coletilla, intentando en cierto modo justificar lo que hizo debido al contexto. Pienso entonces que, aunque ya se había retratado este tema y es muy cinematográfico, siempre se ha mostrado al niño, nunca al adulto que fue niño soldado”. Además, “tenía una deuda con los cooperantes, con esas personas que están jugándose la vida por intentar hacer un mundo mejor”. Si uno se queda únicamente con la apariencia, con lo que se ve en pantalla sin pararse a leer el mensaje que encierra el film, podría pensar que se trata de una grandísima superproducción con una fortísima inversión económica, ya que vemos tiroteos, explosiones, tanques, helicópteros… Crespo nos desvela algunos secretos de la producción: “Este es un corto que parece muy grande y no lo es […] se ha hecho con mucha inteligencia, gracias al trabajo de gente muy buena que no ha cobrado nada, y se han conseguido muchísimas cosas”.

De hecho, esta historia ambientada en cualquier país africano en conflicto se rodó en localizaciones de Escalona (Toledo) y Madrid “en tan sólo cuatro días, utilizando cámaras Canon 7D que hemos conseguido prácticamente gratis, casi sin iluminación, rodando casi siempre con luz natural desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde… es decir, que hemos sido muy prácticos. Conseguimos la ayuda del Ejército, donde si hubo que pagar dietas y gastos de gasolina y transporte de los vehículos hasta el set de rodaje.” Y nos vuelve a jurar y perjurar: “No nos hemos gastado una gran cantidad de dinero, porque además no lo teníamos: ha sido un corto de presupuesto medio”. Más allá de la inversión económica, Crespo está más que satisfecho con el resultado porque “el corto está funcionando bastante bien, a pesar del hándicap de su metraje –veinticuatro minutos- y de ser muy, muy violento; pero se está premiando mucho, lleva ya diecinueve premios y ahora comienza su recorrido internacional”.

Y ahora… ¿qué?

Si en algo coinciden público, invitados y cineastas es que un festival como el de Guadalajara no puede desaparecer a pesar de las dificultades, porque en muchos aspectos ha sido pionero. Por ejemplo, Crespo recuerda que “el Fescigu fue el primer certamen de España que, sólo por ser seleccionado, ya te apoyaba con una pequeña ayuda”, la añorada ‘prima solidaria’, una fórmula que luego adoptaron otros certamenes y que, lamentablemente, con el paso de los años ha ido desapareciendo. Luis Moreno nos confiesa que “Álvaro Longoria se ha quedado maravillado con el Festival, pero sobre todo, con la respuesta del público, y de hecho quiere que en próximas fechas mantengamos una reunión para estudiar la posibilidad de contactar con otro tipo de apoyos y patrocinadores, porque el Fescigu no puede desaparecer”. Algo que subrayan también Laura Zapata y Macarena Fernández, que dicen haberse sentido “encantadas con la acogida y el cariño del público de Guadalajara”.

Quizá, en el fondo, el futuro de eventos culturales como el Fescigu pase no sólo por el apoyo que se deba brindar desde las instituciones hacia el séptimo arte –que, parece mentira que haya que decirlo, es mucho más que un mero ‘entretenimiento’- , sino también de la propia industria cinematográfica hacia los propios cortometrajes, buscando fórmulas que vayan más allá del simple circuito de festivales. Como el propio Esteban Crespo remarca, “al año, cualquier espectador ve más cortos que largometrajes nacionales. ¿Cuántas películas españolas al año me podrías citar? ¿Diez, doce? Casi todo el mundo dirá dos, tres títulos”, mientras que quien haya ido a tan sólo una sesión del Fescigu habrá podido disfrutar de, al menos, siete trabajos dentro de la Sección Oficial, y de ahí para arriba. Desde luego, visto lo visto, estos artistas y cineastas se merecen todo el apoyo para que puedan seguir ofreciéndonos sus sobresalientes trabajos. Y seguro que el público alcarreño no les fallará.

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