Amable, simpática, bienintencionada y por momentos ciertamente divertida, El lado bueno de las cosas es, sin duda, una vía de escape a la hipócrita realidad de nuestra cotidianidad diaria. No es una gran película, y es probable que tampoco trascienda de aquí a unos años. Pero David O. Russell -director de Tres reyes (1999) o The Fighter (2010), entre otras- ha sabido sabido darnos unas buena dosis, bastante necesarias en los tiempos que corren, de buenrollismo y perspicacia bajo la apariencia de corriente melodrama.
Contribuyen al buen resultado del film sus justas pretensiones, su sobria puesta en escena y un eficaz elenco comprometido para la causa… [leer crítica]