Muy lejanas parecen ya las obras más audaces, arriesgadas y polémicas de Roman Polanski; el director de las recordadas La semilla del diablo (1968), Chinatown (1974) o El pianista (2002) parece haber caído en una espiral de conformismo sencillo, y tras El escritor (2010) y Un dios salvaje (2011), con La venus de las pieles (2013) vuelve a una puesta en escena demasiado teatralizada, economía de recursos actorales -en esta ocasión, sólo dos intérpretes ante la cámara- e inesperados giros finales que no terminan de cuajar con una propuesta eficaz pero no del todo redonda… [leer crítica]