Colorín, colorado

Dos elementos básicos han de darse en una película infantil, sí o sí: el primero, que la historia enganche y entretenga a los más peques, aunque a los adultos nos parezca trillada y facilona -al fin y al cabo, no somos el target de la cinta- ; el segundo, que tenga una calidad técnica mínimamente suficiente, ya que incluso los espectadores más jóvenes notan cuando una película está por debajo de la media…

Ninguno de estos ingredientes se dan en Las nuevas aventuras de Caperucita Roja (Mike Disa, 2011), torpe, tardía e innecesaria secuela de aquella cinta ciertamente entrañable que llegara a nuestras pantallas en 2005 y que no sólo no aporta nada nuevo, sino que produce cierto sonrojo contemplar un trabajo que no debería haber llegado nunca a las salas… [leer crítica en Cultura En Guada]

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