Al igual que ese ilusionista escéptico al que encarna Colin Firth, el espectador se sienta ante la pantalla para ver, como hace Emma Stone con esa ingenua familia americana, con qué nuevo truco de prestidigitador nos quiere embaucar el señor Woody Allen. El evidente resultado es Magia a la luz de la luna (2014), una cinta simplemente correcta, sin nada que destaque ni sobresalga ni como obra cinematográfica ni como eslabón en la filmografía del cineasta neoyorkino, cada vez más desafinado… [leer crítica en Cultura En Guada]