Este fin de semana hemos sabido de la muerte del director Miguel Picazo a la edad de ochenta y nueve años. Aunque natural de Cazorla (Jaén), Picazo fue un director muy apegado a Guadalajara, donde rodó dos de sus películas -‘La tía Tula’ (1963), con la que ganaría una Concha de Planta en el Festival de San Sebastián, y ‘Los claros motivos del deseo’ (1976)- , donó su extensa colección de libros a la Biblioteca Pública y formó parte del jurado de la primera edición del FESCIGU en 2003. Un buen tipo al que tuve la ocasión de conocer y de charlar un par de veces con él hace veinte años… pero esta es una batallita que mejor os cuento otro día.
El pasado año 2015, Ignacio Ortega le dedicó este corto documental que, aunque resulta francamente mejorable desde el punto de vista técnico y narrativo, se convierte ahora en pieza imprescindible para recordar y homenajear a uno de los cineastas quizá injustamente menos conocidos pero más imprescindibles de nuestra cinematografía.