El destino, la casualidad, los hados o simplemente una coincidencia con muy mala leche han hecho que coincidan en el tiempo la publicación en Cultura EnGuada de mi crítica sobre ‘Rogue One: Una historia de Star Wars’ (Gareth Edwards, 2016) con la noticia del triste fallecimiento de Carrie Fisher, la inolvidable actriz que dio vida a la aguerrida princesa -ahora general, según la evolución de la saga planteada por J.J. Abrams- Leia Organa.
Vaya desde aquí mi pequeño y humilde homenaje escribiendo sobre el primero de los varios spin-offs que se plantean desde ahora y durante los próximos años que, en cierta medida, conserva y ensalza ese espíritu rebelde, combativo, contestatario y aventurero que fraguó la personalidad de uno de los personajes más icónicos y populares del cine del siglo XX. Un film que, sin pretenderlo, se ha convertido en el homenaje más actual que pueden dedicarse a la querida actriz, escritora y guionista, a quien aún podremos ver una vez más, en una galaxia muy, muy lejana, en el ‘Episodio VIII’ -aún sin título- que se estrenará, como es menester, en diciembre de 2017.
Ella y la Fuerza ya son uno.