Toca hacer balance del año de cine que se acaba de ir, y me resulta un poco complicado: y es que, a estas alturas, aún no he podido ver algunos de los que dicen son títulos imprescindibles de 2016, tales como ‘Tarde para la ira’ (Raúl Arévalo), ‘Que Dios nos perdone’ (Rodrigo Sorogoyen), ‘Un monstruo viene a verme’ (J.A. Bayona) o ‘La llegada’ (Denis Villeneuve). Sí, podéis ponerme todas las faltas que consideréis oportunas: quizá, por estas y otras ausencias, tengo la impresión de que la cosecha de los últimos doce meses ha sido tirando a flojita, con apenas un par de títulos sobresalientes -no necesariamente magistrales- , alguna que otra propuesta tirando a notable, pero mucha, mucha morralla.
Creo que debo ser de los pocos que aplaudió el triunfo de ‘Spotlight’ (Thomas McCarthy) por encima de la interesante pero sobrevaloradísima ‘El renacido’ (Alejandro González Iñárritu) en la pasada edición de los Oscar. También me gustaron mucho las múltiples lecturas de ‘La habitación’ (Lenny Abrahamson), mucho más interesante bajo su falsa apariencia de thriller psicológico, y el demoledor descaro de la rompedora ‘Deadpool’ (Tim Miller). ‘Rogue One: Una historia de Star Wars’ (Gareth Edwards), ‘Money Monster’ (Jodie Foster), ‘El libro de la selva’ (Jon Favreau) y ‘Peter y el dragón’ (David Lowery) también me han gustado bastante, y eso que a priori tenía mis reservas con estos títulos. En cuanto a cine español, destaco ‘1898: Los últimos de Filipinas’ (Salvador Calvo), ‘Gernika’ (Koldo Serra), ‘Julieta’ (Pedro Almodóvar) y ‘Las lágrimas de África’ (Amparo Climent); estas tres últimas merecían mejor suerte en taquilla. Aplaudo la frescura de ‘Kiki, el amor se hace’ (Paco León) y la estupenda factura de ‘Cien años de perdón’ (Daniel Calparsoro); y creo que ‘Nuestros amantes’ (Miguel Ángel Lamata), ‘Embarazados’ (Juana Macías) y ‘Tenemos que hablar’ (David Serrano) son tragicomedias sentimentales que funcionan, entretienen y dan lo que prometen, ni más, ni menos.
Pero para mí 2016 será el año de las grandes decepciones: ‘Los odiosos ocho’ (Quentin Tarantino) o la ya mencionada ‘El renacido’ son más que aceptables, pero no las obras maestras que nos han querido vender -a la primera, le acharco que es un remake encubierto de ‘Reservoir Dogs’; a la segunda, que le sobra como poco tres cuartos de hora- ; pero si había gente de la que me esperaba más, mucho más, esos eran Steven Spielberg (‘Mi amigo el gigante’), Imanol Uribe (‘Lejos del mar’), Zack Snyder (‘Batman v Superman: El amanecer de la justicia’), Clint Eastwood (‘Sully’), Tim Burton (‘El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares’) o Bryan Singer (‘X-Men: Apocalipsis’). Pero el Premio Truñaco del Año se lo lleva la infumable ‘Cell’ (Todd Williams), un despropósito sin parangón, seguido muy de cerca por ‘El secreto de una obsesión’ (Billy Ray), remake infumable de aquella maravillosa, melancólica y desgarradora ‘El secreto de sus ojos’ que le hizo ganar un merecido Oscar a Juan José Campanella, o la estúpida e innecesaria ‘Independence Day: Contraataque’, es decir, Roland Emmerich intentando sin éxito reeditar el taquillazo de hace veinte años fotocopiando al original.
Mundo corto.

De entre todos los cortometrajes producidos y estrenados en 2016, esa maravilla de animación de Pixar llamada ‘Piper’ (Alan Barillaro) es, a mi juicio, el título más sobresaliente del año; tal es su perfección técnica que, sin pretenderlo, restaba méritos al largometraje que precedía en salas, ‘Buscando a Dory’ (Andrew Stanton & Angus MacLane). Algunas de las mejores obras del año pasaron, como casi siempre, por el FESCIGU: ahí estuvieron la muy valiente ‘Dantzariak’ (Axier Salazar), la premiadísima ‘Timecode’ (Juanjo Giménez) y el sobresaliente documental de Carlos Caro ‘Sheroes’. ‘Cenizo’ (Jon Mikel Caballero), ‘Sputnik’ (Vicente Bonet) y ‘Aitor’, de mi colega David Corroto, son otros títulos muy a tener en cuenta si os los encontráis en algún festival. Y si de fan-films hablamos, no dejéis de ver dos títulos apasionantes que ofrecen un nuevo y original acercamiento a los orígenes de dos villanos tan icónicos como sus sagas: ‘Darth Maul: Apprentice’ (Shawn Bu) y ‘Severus Snape y los merodeadores’ (Justin Zagri).
TV delicatessen.

No soy muy seriéfilo, pero para mí el estreno del año ha sido la fabulosa ‘Stranger Things’, cuya primera temporada nos ha conquistado a toda la generación Goonie y nos ha descubierto a toda una revelación, la jovencísima Millie Bobby Brown. En su segunda temporada, ‘El Ministerio del Tiempo’ ha perdido el factor sorpresa pero no su gran calidad y su capacidad de inventiva, y se asienta como la serie televisiva más original y creativa de la ficción catódica española. Y no somos pocos los que hemos disfrutado de ese breve pero intenso regreso a Stars Hollow con las inefables ‘Chicas Gilmore’ en esas cuatro estaciones rematadas con una revelación sorprendente e inesperada, pero en cierto modo bastante lógica con la naturaleza de las propias protagonistas. Acabo de empezar con la T1 de ‘Westworld’; ya os contaré.
Muchos kilates sobre las tablas.
No suelo hablar de teatro en este blog -craso error, lo admito-, pero no quiero cerrar este pequeño y particular balance sin hablar de los espectáculos con los que más he disfrutado desde el patio de butacas. ‘La cocina’, de Sergio Peris-Mencheta (Teatro Valle-Inclán, Madrid), es sin duda una de las propuestas más asombrosas e innovadoras que he visto no solo en este último año, sino en toda mi vida: tragicomedia en 360º con un extenso y maravilloso elenco -25 intérpretes y una puesta en escena simplemente genial- , que se vio ensombrecida por el inexplicable retraso en el pago de la nómina a sus actores. Igual de intenso, aunque con un estilo mucho más minimalista, fue el paso de ‘Reikiavik’ (Juan Mayorga) por el Buero Vallejo de Guadalajara; lástima que el público alcarreño apenas cubriera medio aforo de esta obra que en grandes capitales ha llegado a colgar el «no hay billetes». Para echar unas risas, aún podéis acercaros por el madrileño Teatro Maravillas donde Carlos Hipólito, Natalia Millán, Armando del Río y Mapi Sagaseta debaten, con mucha ironía y sarcasmo, sobre ‘La mentira’ (Claudio Tolcachir) en las relaciones de pareja. Y no quiero olvidarme de dos magníficos montajes de pequeño formato: ‘Sole sola’ (Natalia Mateo), mordaz monólogo sobre las apariencias y las redes sociales que reposa íntegramente sobre los hombros de una única actriz -maravillosa Úrsula Gutiérrez- ; y ‘Morir con un beso’ (Jesús Asensi), adaptación del ‘Otelo’ de Shakespeare para dos actores y un músico impulsada por sus protagonistas, mis queridos amigos María Nieva y Jaime García Bonacho, actualmente de gira y que próximamente llegará al Teatro Moderno de Guadalajara.
A ver qué nos encontramos en 2017. Feliz año.