1997: Rescate en Nueva York

Los amos de la noche.

Durante los años setenta y ochenta del pasado siglo, si hubo alguien capaz de hacer películas resolutivas, eficaces e imaginativas con cuatro duros de presupuesto ese era John Carpenter. Y de entre todos los títulos que componen su filmografía, si hay alguno que no sólo marcó una tendencia sino que hoy día aún cuenta con legiones de fanáticos seguidores en todo el mundo, esa fue 1997: Rescate en Nueva York, un relato futurista y postapocalíptico, muy en la línea orwelliana, en el que un exconvicto es reclutado por las Fuerzas Armadas para que se infiltre en una amurallada isla de Manhattan donde imperan la anarquía y la ley del más fuerte con el objetivo, nada menos, de ¡salvar al presidente!

Hoy, como cuando se estrenó esta cinta hace ya más de tres décadas, hay que tomarse esta propuesta como lo que es: un cómic de acción sin más pretensiones que entretener al espectador durante noventa minutos. “Lo demás, sobra”, parece querer decirnos Carpenter. Y la verdad es que, visto así, no se le puede negar cierta inventiva, sobre todo a la hora crear ambientes, escenarios y situaciones que colocan al espectador en un entorno hostil y salvaje, estéticamente muy influenciado por Los amos de la noche (Walter Hill, 1979), pero a la vez plausible: las calles son un constante campo de batalla, las tribus urbanas se disputan entre sí un territorio agónico y claustrofóbico, y antiguos edificios emblemáticos como las Torres Gemelas o la biblioteca pública son sólo pasto de las llamas, la inmundicia y los graffitis. Como a 1984 (Michael Radford, 1994) o a 2001. Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), podría achacársele un título algo anacrónico, pero personalmente creo que éste es uno de los pocos verdaderos hallazgos que tiene la película. Situar el futuro en un año tan cercano revela que Carpenter en realidad no hablaba sino del presente, su presente –recordemos, año 1981- , cuya decadencia, pobreza, revueltas sociales e inestabilidad política –tanto interior como exterior, en plena Guerra Fría- podrían desembocar en un verdadero y plausible holocausto de la civilización occidental.

Su otro logro es sin duda su protagonista: antipático, burdo, violento y de una sola pieza. Un antihéroe de los que hacen época. Quizá hoy día se le pueda achacar cierta falta de humanidad –el personaje termina como empieza, sin sufrir evolución alguna- , pero en cierto modo era también el reverso tenebroso a toda esa suerte de héroes de papel que empezaban a asaltar Hollywood, desde los nobles rebeldes de La Guerra de las Galaxias (George Lucas, 1977) hasta el impoluto Flash Gordon (Mike Hodges, 1981), pasando por el colorista y siempre bienintencionado Superman (Richard Donner, 1978). ‘Serpiente’ Plissken, bajo los rasgos de un Kurt Russell que aportó mucho más que lo que definía el guion –el detalle del parche en el ojo es suyo, dicen- , dedica un implícito corte de mangas a toda esta panda de pulcros salvadores y hace lo que hace no por nobleza, sino por salvar su propio pellejo.

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Aunque no sale en la película, la Estatua de la Libertad protagoniza el cartel promocional del film.

Sin embargo, y a pesar de contar también con un cast repleto de honorables y veteranos secundarios –Lee Van Cleef, Ernest Borgnine, Harry Dean Stanton, Donald Pleasence– , debo decir que 1997 es una película que ha envejecido bastante mal, no tanto por sus anticuados efectos especiales sino porque su mensaje político, casposo y desfasado –toda la operación de rescate huele a militarismo rancio y republicano por los cuatro costados… aunque al final ‘Serpiente’ se desmarque propinándole una patada en el culo, aunque solo sea figuradamente- , y porque creo que le falta algo más de ironía, de mala leche. Carpenter se curró la atmósfera opresiva pero le faltó un poquito de humor a una propuesta no carente de ciertos fallos -¿por qué ese empeño en traer de vuelta al mandatario en menos de 24 horas? ¿Por qué casi toda la acción transcurre por la noche dentro de ese plazo?- y cuyo ritmo sufre excesivos altibajos.

Eso sí, 1997 tiene el honor de haber creado cierta escuela en el cine fantástico y de acción de esa década –se notarán las influencias en su pupilo James Cameron, sobre todo en Terminator (1984) y Aliens: el regreso (1986)- , por no hablar de los innumerables sucedáneos de Serie Z, casi siempre italianos (!!), que trufaron los videoclubs de nuestra tierna infancia y juventud, así como el hecho de que contenga algunas ideas a medio camino entre lo subversivo, lo premonitorio y lo ingenuo -una avioneta estrellándose contra el World Trace Center, una cápsula de salvamento en el Air Force One- .  Quince años después, Carpenter y Russell repetirían con una fallida secuela, 2013: Rescate en L.A., cuyos resultados no contentaron ni siquiera a los más incondicionales, y se rumorea un posible remake a estrenarse en 2015, aún sin ningún nombre confirmado delante ni detrás de las cámaras.

Recomendado para devotos del fantástico más cañero.

 

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