Antes de amanecer

Breve encuentro.

Nació como una pequeña pieza independiente, y con los años se ha convertido no solo en toda una obra de culto, sino que dio pie a una inesperada, sofisticada y brillante serie tan rica en valores cinematográficos como sociológicos: bajo su apariencia de efímero relato romántico quizá algo ñoño para jovencitos enamoradizos, era –y sigue siendo- mucho más de lo que podía aparentar.

Dirigida por Richard Linklater en 1995, Antes de amanecer nos contaba la historia de Céline (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke), dos veinteañeros que se conocían de manera prácticamente casual en un tren con destino a París. Él es un norteamericano sin rumbo ni destino que, tras una ruptura sentimental, va camino de un aeropuerto donde tomar un vuelo de regreso a los Estados Unidos; ella, oriunda de la capital gala, simplemente regresa a casa. Aunque apenas saben nada el uno del otro, sienten que conectan y deciden hacer escala en Viena, donde pasarán una inolvidable jornada juntos: hablarán, se conocerán y finalmente se enamorarán. Pero, ¿pueden dos desconocidos sentir un amor verdadero cuando no han compartido ni veinticuatro horas? ¿Es sólo rollo de una noche o, indescriptiblemente, un sentimiento mucho más fuerte?

beforesunriseLinklater, apoyado en sus dos excelentes protagonistas, nos habla de pasión y juventud, de sentirse puro y vivo, de esa edad en la que ya se es adulto pero aún se tiene la libertad de escoger el camino de la vida que uno desea. Aprovecha, además, para romper una lanza a favor de esa mal llamada generación X, jóvenes que a comienzos de la década de los noventa se les tachaba (injustamente) de ir por la vida sin oficio ni beneficio –una especie de ninis del viejo siglo, vamos- y que, bajo los rasgos de Winona Ryder, Campbell Scott, Bridget Fonda, Matt Dillon o el ya citado Ethan Hawke, por ejemplo, mostraban su despreocupada forma de vivir en títulos como Solteros (Cameron Crowe, 1992), Bocados de realidad (Ben Stiller, 1994), o Clerks (Kevin Smith, 1994). Nada más lejos de la realidad: Antes de amanecer, precisamente, retrata a estos jóvenes como gente con estudios, ambiciones, anhelos y metas, pero que a diferencia de sus padres tienen otras prioridades antes de casarse, tener hijos o sentar la cabeza. Hoy a nadie le extraña –y menos en los tiempos que corren, tan complicados desde el punto de vista laboral y económico- que una pareja no pase por la vicaría y espere hasta bien entrados los treinta para decidirse a tener retoños. Pero entonces, era harina de otro costal…

Quien hoy vea Antes de amanecer por vez primera seguramente no sienta el mismo nivel de empatía que quienes la descubrimos en su momento –la edad y el contexto social pesan, y mucho, en el espectador potencial- , pero no se puede negar que se trata de un certero, honesto y -¿por qué no decirlo?- cariñoso retrato de una generación quizá imperfecta, pero sin duda incomparable.

Recomendado para aficionados a la antropología y nostálgicos de los noventa.

Una respuesta a «Antes de amanecer»

  1. Sin duda mucho mejor tu crítica. Tengo que admitir que nací cuatro años después, así que obviamente la vi en otros tiempos, como tú dices diferentes, pero sigo empatizando con ella. Recomendable es poco. Un saludo!

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