La leyenda del conductor sin nombre.
Una de las características más reconocibles del cine americano de los ochenta, fuese cual fuese el género, eran esos paisajes nocturnos urbanos de asfalto y cristal, poblados de farolas, semáforos y neones de colores estridentes que salpicaban una atmósfera sucia y plomiza, y todo ello acompañado, casi siempre, por algún tema musical roquero y/o melódico. Y es en ese curioso submundo donde se mueven y sobreviven los personajes de esta electrizante y a ratos hipnótica cinta en la que, si no fuera por la aparición esporádica de un par de teléfonos móviles de última generación, pensaríamos que estamos ante una película de época, y no contemporánea como es el caso.
Sorprende que Drive sea el noveno trabajo como director de Nicolas Winding Refn, desconocido realizador y guionista de origen danés que, tras quince años de carrera, por fin da el salto a la Meca del Cine, aunque sea con este film de apariencia típica de Serie B americana, y en la que muestra algunas de las que parecen ser sus mejores cualidades como cineasta: un más que notable dominio del lenguaje cinematográfico en sus diferentes géneros –del más austero e intimista drama social a las espectaculares persecuciones de coches- una asombrosa capacidad para la narración puramente visual –apoyado por la excelente labor de Newton Thomas Sigel como director de fotografía- y, sobre todo, una magnífica construcción de personajes donde todos los roles son importantes y necesarios en esta sutil tela de araña que es su guión: desde un perturbador y sobresaliente Ryan Gosling que hace suyo este Jeckyll & Hyde al volante –y que toma el relevo del mítico Travis Bickle/Robert De Niro como justiciero de dos caras- hasta un sorprendentemente violento y temible Albert Brooks -¡qué lejanas parecen ahora sus comedias ochenteras!- , pasando por una fragilísima Carey Mullingan o un conmovedor y humanamente imperfecto Oscar Isaac.
Sin embargo, y a pesar de estas y otras grandes virtudes, el film corre el riesgo de ser vendido como lo que no es: y es que quien espere encontrarse con una peli típicamente de acción que pretenda rivalizar, por ejemplo, con la cuarta misión imposible de Tom Cruise, seguramente se lleve una gran decepción. Esto, y un final excesivamente ambiguo y algo inverosímil –como en Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994), salí del cine con la sensación de que si le hubieran quitado los últimos tres minutos de metraje nos encontraríamos ante una indiscutible obra maestra- , son sus dos grandes hándicaps que le hacen bajar bastantes enteros a una obra cinematográfica más que notable y de lo más estimulante.
Recomendado para los que disfrutan con relatos reposados.
Buena critica Isra 😉
Lo mas acojonante de Drive, es que nos hace viajar en el tiempo, a una época donde la nostalgia por las luces de neon y el graffiti chillón vieron crecer a toda una generación que ha madurado.
La escena mas increíble de la peli, sin duda, la del ascensor (no meto spoilers).