El origen del planeta de los simios

Apocalipsis simio.

A menudo, un teaser o un tráiler de una película suele chafarme la misma: a veces cuenta más de lo debido –me pasó con Amador, la última de Fernando León de Aranoa, cuya trama y conflicto ya sabía antes de ver la cinta- , a veces genera confusión en los géneros –Al límite de la verdad (Roger Michell, 2002) no era una de acción,  Torremolinos 73 (Pablo Berger, 2003) no era una comedia, o más recientemente Amor y otras drogas (Edward Zwick, 2010) no era solamente romántica- y, muchas veces, uno acaba con la impresión de que el spot molaba más que la propia peli.

Sin embargo, admito que desde que ví las primeras imágenes de El origen del planeta de los simios me entraron unas ganas terribles de ir a verla. Por un lado, porque el trabajo de CGI que se mostraba, con esos monos digitales –aunque interpretados por actores humanos- sobre imagen real era verdaderamente asombroso; por otro, porque tras el fiasco que para muchos fue el innecesario remake perpetrado por Tim Burton hace ya diez años, por fin el clásico de Franklin J. Schaffner de 1968 podía recibir un homenaje/precuela a su altura.

El británico Rupert Wyatt afronta su segundo largometraje como director y el primero al frente de una típica superproducción made in Hollywood –la anterior fue la poco conocida The Escapist (2008), inédita en España a pesar de contar con Brian Cox y Joseph Fiennes en el reparto- , y lo hace sin dar gato por liebre, que ya es de agradecer. Es decir, que ni intenta reescribir el mito ni pretende corregir aquellos posibles fallos que, por los conocimientos científicos propios de la época, pudieran tener tanto la cinta original como sus cada vez más flojas secuelas. También hay que recordar que, a priori, un film como este cuenta ya con dos hándicaps desde su arranque: 1) el hecho de ser una nueva versión de una cinta prácticamente desconocida –recordemos que la historia de cómo los primates se alzaron contra los opresores humanos ya se había contado en La rebelión de los simios (J. Lee Thompson, 1973), cuarta y penúltima entrega de la saga setentera- y 2) que, como en Star Wars: Episodio III. La venganza de los Sith (George Lucas, 2005), uno ya conoce de antemano el final de la película…

Wyatt sale más que airoso del compromiso, ya que El origen del planeta de los simios es un entretenimiento más que notable, con bastantes guiños al original –frases como “quítame tus sucias manos de encima, mono asqueroso” ya están en las enciclopedias de la ciencia-ficción- , con una trama fantástica que al espectador no le cuesta nada entrar y aceptar y, lo dicho, con un sobresaliente trabajo de los actores que dan vida a los primates que dejan en un mero sufi a sus compañeros humanos de reparto, destacando, cómo no, el habitual Andy Serkis –Gollum, King Kong, y dentro de nada, Capitán Haddock-, a quien habría que reconocer ya su talento no sólo como actor, sino como pionero de la interpretación digital, el Lon Chaney del siglo XXI.

Recomendado para aficionados al fantástico apocalíptico.

Leer especial ‘Guía para no perderse por el planeta de los simios’.

Una respuesta a «»

  1. Durante la primera mitad del metraje la peli es muy interesante (rollito cinentífico y tal). Pero poco a poco se va conviertiendo en un mero homenaje al 3D, en un alarde de artificios y acción.
    Explica cómo los simios alcanzan una inteligencia equiparable a la humana, pero eché en falta un poco de explicación, de detenimiento en el exterminio de los hombres.
    Tal vez haya segunda parte.

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