Liam Neeson, frenético.
Un matrimonio norteamericano llega a Berlín para participar en una cumbre internacional sobre biotecnología, donde él impartirá una de las conferencias. Nada más llegar al hotel, un imprevisto en apariencia anodino –el olvido fortuito de una de las maletas en el aeropuerto- hará que el marido coja otro taxi y, en el camino de vuelta, sufra un grave accidente. Tras cuatro días en coma, nuestro protagonista despertará y se encontrará con su mundo patas arriba: sufre lagunas de memoria, han suplantado su identidad –y, lo que es más misterioso, ni sus conocidos ni su propia esposa parecen reconocerle- y, repetidamente, alguien intenta eliminarle.
Con estos elementos hitchcockianos, Jaume Collet-Serra firma ya su cuarto largometraje tras unos dubitativos resultados con sus trabajos anteriores: La casa de cera (2005), ¡Goool 2! Viviendo el sueño (2007) y La huérfana (2009). Con tal bagaje –sobre todo, ese engendro futbolero plomizo y acartonado para vergüenza y sonrojo de cualquier aficionado al Real Madrid- , era difícil esperar algo que siquiera sobresaliese un poco. Pero, sorprendente y gratamente, el catalán afincado en Hollywood toma con firmeza los mandos y, a partir de la novela Out of my head de Didier Van Cauwelaert, firma un más que correcto trabajo con tino, con la precisión propia de un virtuoso profesional que poco a poco va afianzándose y reafirmándose como un sólido y eficaz director. Y en un panorama fílmico, el actual, tan poco propicio para las buenas y las nuevas ideas –saturado de agotadoras secuelas y enésimas versiones en celuloide de superhéroes bidimensionales- , una película como Sin identidad resulta todo un soplo de aire fresco, y no es de extrañar que en la Meca del Cine se haya ganado, al menos durante alguna semana, el estar en lo más alto de la taquilla.
Porque sí, hay muchos elementos fácilmente reconocibles en esta película; de hecho, durante gran parte del metraje uno no sabe si está viendo de nuevo un Frenético polanskiano, un Con la muerte en los talones berlinés, a un Hombre que sabía demasiado –o demasiado poco- … o un poco de todas. Pero el cóctel está tan bien elaborado, con soltura y buen pulso en la realización, con un adecuado montaje –sobresaliente esa persecución nocturna por las calles de la capital germana- y, sobre todo, con una acertadísima elección del cásting que une a refutados actores anglosajones –Liam Neeson, Aidan Quinn, Frank Langella o una emergente January Jones- con algunos de los más sólidos intérpretes de la cinematografía germana de los últimos veinticinco años –Bruno Ganz, Diane Kruger, Sebastián Koch- , que el resultado no es sino un interesantísimo y entretenidísimo thriller, con inesperado giro final incluido y que deja un gran sabor de boca. Hoy, posiblemente, lo veamos como un film menor; pero creo que, con los años, se convertirá en un clásico del cine de acción, a la altura de un Arma letal (Richard Donner, 1987) o un Jungla de cristal (John McTiernan, 1988).
Recomendado para espectadores sin prejuicios.
Noooo bidimensionales no :-p
Jo, cada vez me estáis dando más ganas de verla. Pero con lo que duran las películas en cartelera ya no sé…
Si la referencias más próximas son «Frenético», «Con la muerte en los talones» y «El hombre que sabía demasiado» entonces debe de merece la pena.
Por cierto, espero que esté MUCHO más cerca de «Jungla de cristal» que de «Arma letal»…