Sombras tenebrosas

La parada de los monstruos.

Dark Shadows –en España, Sombras en la oscuridad– fue una serie de TV creada por Dan Curtis en 1966 que aunaba elementos de suspense y misterio con cierto aire de culebrón victoriano, algo así como una especie de familia Munster o familia Addams pero más gótico y tenebroso. Aunque aquí no tuvo la misma repercusión que aquéllas, lo cierto es que toda una generación de jóvenes norteamericanos idolatró aquél programa televisivo, que echó el cierre en 1971 tras más de mil doscientos episodios emitidos así como una fallida primera adaptación cinematográfica, dirigida por el propio creador de la serie en 1970 y con el reparto original de la misma encarnando a sus mismos personajes.

Entre los miles de fans de Dark Shadows se encontraban Tim Burton y Johnny Depp, que, en su enésima colaboración juntos –y que va más allá de la mera relación director-actor, ya que el intérprete es además uno de los productores del film- , han rescatado para la memoria los elementos principales del original, y que, aderezados con cierto toque de comedia negra, algo de crítica feroz a las clases medias-altas americanas y un poquito de parodia/revival nostálgico de los años setenta, dan como resultado estas Sombras tenebrosas, una obra menor si se tiene en cuenta el bagaje anterior de su realizador pero ni mucho menos uno de sus peores trabajos. Digo esto porque, tras haber visto el tráiler promocional –cosa que procuro no hacer para no prejuzgar una película, pero cuando uno va al cine a veces es inevitable- , daba la impresión de que ésta no iba a ser sino una comedieta algo tontorrona repleta de clichés y parodias típicas del género –ese vampiro cepillándose los colmillos ante su no-reflejo en el espejo- , y a un servidor le producía algo de hastío y pereza pasar por taquilla para ver un nuevo y previsible resbalón en el currículum del autor de Ed Wood (1994) o Big Fish (2003).

Pero como digo, Sombras tenebrosas, sin ser una gran sorpresa, sí confieso que me ha producido una mejor sensación de la que a priori me esperaba. Para empezar, Burton vuelve a demostrar que domina la narración cinematográfica como nadie –corrijo: si acaso como el maestro Spielberg- , sabiendo perfectamente contar una historia –buena, mala o regular- en imágenes; la mezcla de géneros está magistralmente lograda, serpenteando entre la comedia negra y el terror gótico con agilidad y valentía; la banda sonora vuelve a ser otra obra maestra del compositor Danny Elfman, que conjuga partitura clásica y trágica –la pieza del prólogo es impresionante- con canciones y ritmos setenteros; la dirección artística es sobresaliente –desde los ingeniosos pasadizos de la mansión Collinwood hasta el maquillaje final de la gran Eva Green, mitad bruja, mitad muñeca de porcelana- ; y Johnny Depp, que con la edad se va convirtiendo en un actor cada vez más solvente y camaleónico, convierte a su Barnabas Collins en un personaje grácil y terrorífico, atractivo y repulsivo a la vez.

Johnny Depp y Eva Green en ‘Sombras tenebrosas’

La lástima es que una película con tan buenos mimbres se tambalee merced a un guión de lo más irregular, repleto de incoherencias conceptuales que nos llegan a sacar de la trama, que si bien juega con los elementos clásicos del terror, luego los manipula o directamente los obvia. Un ejemplo: aquí tenemos a un Barnabas que no se refleja en los espejos y que, al principio, evita aterrado los rayos del sol… pero luego podremos verle paseando tan campante –con sombrero, paraguas y gafas de sol, con un look que inevitablemente recuerda al malogrado Michael Jackson- durante un atardecer en el acantilado, o navegando impunemente en un pequeño bote en mitad de la noche –cuando el clásico mito vampírico reza que no pueden acercarse a grandes masas de agua- . Cosas así distraen, entorpecen el resultado final, que además se ve mermado por algunos planteamientos no demasiado bien desarrollados –el personaje de la institutriz entra en escena para cuidar del pequeño de la familia… pero no hay ni una sola escena de ellos dos juntos- , personajes que no se sabe muy bien qué pintan en la trama –Jonny Lee Miller, ni fu, ni fa- y elementos sorpresa que casi parecen pequeñas triquiñuelas –la aparición de la mujer-lobo, recurso tramposo y arbitrario que no aporta nada; otra cosa hubiese sido que, ¡spoiler! se descubriera al final que no solo Barnabas, sino todos los descendientes de la familia Collins estaban malditos y lo hubieran ocultado; eso quizá hubiese tenido su gracia, pero, ¿por qué unos sí y otros no?- .

La sensación final es un tanto agridulce, y que, una vez más, parece que el innegable talento de otras ocasiones del que Burton ha hecho gala se ha quedado enterrado bajo una gruesa capa de suficiencia y autocomplacencia, dando como resultado un trabajo entretenido, bien facturado técnicamente, sí, pero algo simplón y carente de personalidad… algo que a su director, lamentablemente, le viene ocurriendo demasiado a menudo en los últimos lustros.

Recomendado para incondicionales del universo burtoniano.

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