¡Magia potagia!
Como en las novelas, el cine emplea por definición un lenguaje en diferido, perdón, en tiempo pasado. Es decir, que aunque de manera inconsciente, todos percibimos que lo que se muestra en pantalla no sucede en tiempo real, sino que ha sido grabado y registrado previamente. ¿Puede por tanto una película sobre magos, trucos, prestidigitadores y engaños funcionar? Muchas lo han intentado, pero con irregulares resultados: Tony Curtis fue El gran Houdini (George Marshall, 1953) –posteriormente también lo encarnaría Guy Pearce en El último gran mago (Gilliam Armstrong, 2007)- , Anthony Hopkins hacía Magia (Richard Attenborough, 1978) con la ayuda de un inquietante muñeco, Hugh Jackman y Christian Bale se retaron por alcanzar El truco final (El prestigio) (Christopher Nolan, 2006) y El ilusionista (Neil Burger, 2006) Edward Norton asombraba a propios y extraños desde las tablas de un escenario decimonónico. Y no: aunque brillante, la saga Harry Potter no iba sobre magos…
No creo que la magia esté hecha para mostrarse en cine. Funciona en el directo, en las distancias cortas, donde de verdad se demuestra el talento del prestidigitador y donde nosotros, espectadores, podemos sentirnos verdaderamente atrapados, fascinados, electrizados al ver lo imposible hacerse realidad ante nuestros ojos. El cine es un gran truco, donde todo puede fabricarse en un estudio o en un ordenador, y ver un sombrero que se convierte en conejo o a una persona flotando en el interior de una gran pompa de jabón tiene desigual efecto en una pantalla o en TV que en un espectáculo en vivo. Como en la mayoría de títulos anteriormente enumerados, ese es uno de los grandes hándicaps que tiene Ahora me ves… la última propuesta que ha llegado a nuestras pantallas sobre este fascinante, misterioso y opaco mundo.

La segunda pega es que esta cinta, que dirige el casi siempre desacertado Louis Leterrier –Danny the Dog (2005), Transporter 2 (2005), El increíble Hulk (2008), Furia de titanes (2010)- , no solo es que deje demasiados cabos sueltos a su libre albedrío –algunas secuencias parecen deslavazadas en un montaje algo tramposo y otras, sencillamente, no se explican- sino que jueguetea con el espectador para darle más importancia al quién -¿quién ha orquestado todo el tinglado final? ¿quién está detrás de esa misteriosa y mítica hermandad?- que al qué -¿qué se esconde detrás de la magia?- . Dicho de otro modo: cada truco, cada número, cada carta en la manga no es un fin, sino un medio, una herramienta con la que desenmascarar y atrapar al malo. Y ya se sabe que el mejor ardid del diablo fue hacernos creer que no existía: las semejanzas entre este desenlace y el de la magistral Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995), son demasiado evidentes…
Una verdadera lástima, porque Ahora me ves… parte de una premisa atractiva, muy en la línea de Agatha Christie –esos cuatro hechiceros, citados por un anfitrión misterioso- ; hace gala de un ritmo vertiginoso que te atrapa desde la primera hasta la última escena –es verdad que a veces no sabes si estás viendo al mediático Dynamo o una gala de la MTV, pero hay que reconocer que funciona- ; y cuenta con un espléndido reparto, desde un contenido Woody Harrelson hasta un excelente Mark Ruffalo –sin duda lo mejor de la función- , sin olvidar al eficaz Jesse Eisenberg –mira que me caía antipático este chico desde su kafkiano paso por El Hormiguero– , la bellísima Mélanie Laurent y dos veteranos de lujo como Morgan Freeman y Michael Caine, que se reencuentran tras su paso por la trilogía del Caballero Oscuro. Pero, al final de la función, la sensación que a uno se le ha queda en el cuerpo es que sí, ha pasado dos horas de lo más entretenido y ha presenciado algunos momentos asombrosos… pero que al final todo queda en unos espectaculares y lujosos fuegos de artificio con mucho empaque y poca sustancia.
Recomendado para aficionados al ilusionismo aparatoso.
Me dio la sensación de ser muy entretenida, pero de estar cogida un poco con pinzas… Otras películas pecan de lo mismo y me encantan ojo (ahí está ese «Ángeles y demonios» que cuando te pones a pensar qué pretendía hacer el malo…), pero no sé… por algún motivo de esta esperaba que me sorprendiera con algo mejor agarrado. Como tantas veces, la sensación que nos dejan las películas dependen de nuestras expectativa,s supongo.
A ver si te he entendido… ¿que te gustó «Ángeles y demonios»? ¿¿¿En serio??? Por favor, háztelo mirar… ¿un papa joven que salva al mundo pilotando un helicóptero? Esa idea sólo podía ser fruto de una noche sadomaso entre Roland Emmerich, Michael Bay y Mr. Bean… Al pobre Ewan sólo le faltó que le pidieran «usar la fuerza» 😛
Mismo tema que ya comentamos antaño: si me dijeran que ha pasado de verdad no me lo creía ni loco; si me dicen que eso pasa en un thriller (porque no sé cómo llamarlo, en realidad) de acción de Hollywood que sólo vale para entretener… me vale. Lo que sí critico es eso: ¿el plan de Ewan para convertirse en Papa pasaba por encontrar la bomba en el último momento, llevársela en el helicóptero, saltar justo antes de que explote de forma que la onda le alcance, quedar herido pero sobrevivir y que le eligieran por aclamación popular?
¿Ves? Eso ya es pasarse incluso en una película jajajajaja. Pero no quita las dos horas de puro entretenimiento que creo que le preceden. El ritmo de esa película es alucinante.
Ni aunque sea un thriller… no todo me vale. Ve-ro-si-mi-li-tud. Recuerda: lo decía el gran Richard Donner en el set de la gran (sí, gran) «Superman»… 😉
La película más verosímil de la historia. No hay más que ver cómo roban los misiles Calviño y su cuadrilla. XD