Muñecas rotas.
El cine de terror patrio goza, actualmente, de bastante buena salud. Más allá del éxito de la irregular saga [REC] (Jaume Balagueró & Paco Plaza, 2007-2014), que cuenta ya con toda una pléyade de incondicionales, y de las comedias macabras con las que se descuelga de vez en cuando Álex de la Iglesia –Las brujas de Zugarramurdi (2013)- , lo cierto y verdad es que cineastas tan poco habituales ya hacen sus tientos –Mi otro yo (Isabel Coixet, 2014)- y no son pocos los que debutan flirteando con este género, desde J. A. Bayona –El orfanato (2007)- hasta la dupla Juanfer Andrés-Esteban Roel –Musarañas (2014)- , pasando por Carles Torrens –Emergo (2011)- o Pau Teixidor –Purgatorio (2014)- , entre otros.
Uno de estos nombres que hay que tener desde ya muy en cuenta es el del conquense Juanra Fernández, quien se estrena como realizador de largometrajes con una propuesta inquietante y por momentos malsana: Para Elisa (2013), historia de una pesadilla juvenil que mezclaba angustia, horror, desesperación y ciertas dosis de claustrofobia. Una cinta no carente de ciertos hallazgos, pero a la que, sinceramente, también le encuentro algunos puntos oscuros, quizá plausibles en una ópera prima pero que, olvidando el –hasta ahora- breve currículum de su director tras las cámaras, llega a lastrar el conjunto del film.
Hay que reconocer, por ejemplo, el notable trabajo que realiza Ana Turpin dando vida a esa niña caprichosa y malcriada encerrada en un cuerpo de mujer y que vive recluida bajo el candado de su extravagante madre –Luisa Gavasa, menos fanática pero igual de impredecible que la Piper Laurie de Carrie (Brian De Palma, 1976)- ; la sólida presencia que dan secundarios de la talla de Enrique Villén, que en sólo una escena y con unas breves líneas de diálogo da consistencia a su personaje; y, sobre todo, un excelente trabajo de planificación e iluminación, con una puesta en escena audiovisual sublime por parte de Fernández y una fotografía envolvente y oscura a cargo del operador David Valldepérez.

Sin embargo, no he logrado conectar con la protagonista, una adolescente caprichosa que se convierte en la accidental víctima del horror –cuesta empatizar con un personaje que ya de entrada puede caer bastante antipático, y el trabajo de la actriz Ona Casamiquela tampoco es destacable- ; prácticamente la totalidad de los personajes son superficiales, de un solo trazo –encuentro más interesantes a ese policía burócrata (Pep Antón Muñoz) o a esa falsa amiga de la protagonista (Sheila Ponce), pero son meros secundarios sin casi desarrollo- ; y dudo de si el montaje en paralelo –por un lado, lo que sucede en la siniestra casa; por otro, el chico (Jesús Caba) que busca a su novia por las calles- beneficia al desarrollo de la trama, ya que la claustrofobia se rompe con las secuencias en exteriores y la búsqueda no llega a producir la tensión necesaria porque los espectadores sabemos qué está ocurriendo y dónde está la chica.
Aunque tuvo poca –o ninguna- repercusión comercial, Para Elisa es un título que merece ser recuperados, ya que si bien es verdad que no se trata de una obra redonda, ofrece buenos indicios de todo el potencial que su director tiene y que ojalá eclosione en próximos trabajos. Habrá que estar muy atentos a su trayectoria.
Recomendado para curiosos del suspense turbio.