Hallazgos, desaciertos y clichés del cine español.
En el año 2005, los realizadores Hugo Serra y Daniel San Román filmaron y firmaron Baratometrajes, un corto documental en el que realizadores como Norberto Ramos, Alberto Mateo, Pablo Palazón, Juan Alberto de Burgos o Álex Montoya, entre otros, se ponían delante de la cámara –cuando lo habitual es que lo hagan detrás- para clamar por el otro cine español: ese que (sobre)vive lejos de flashes y alfombras rojas, que sale adelante a base de empuje, talento y perseverancia, que se financia a duras penas con aportaciones de amigos y familiares –el crowfunding llegaría años después- y en el que raro es que técnicos y actores vean su trabajo remunerado económicamente, en el mejor de los casos de manera simbólica. Ese, en definitiva, que vertebra el indie patrio –haciendo una forzada analogía con lo que sucede en los EE.UU.- y que se hace más por tesón que por remuneración, y en el que los implicados saben que su obra difícilmente llegará al gran público.
Aquel trabajo es la base de este Baratometrajes 2.0, un largo que retoma el mismo planteamiento pero que también explora otras vías: desde las dificultades –a veces leoninas- para poder acceder a una ayuda o subvención pública hasta el cuestionable papel de las distribuidoras –ya hay muchas productoras que negocian directamente con exhibidores y salas- , sin olvidar los clichés y sambenitos que aún hoy siguen lastrando al cine español –como si éste fuese un género en sí mismo, y no una amalgama heterogénea de estilos y propuestas de lo más dispares entre sí- , la durísima subida del I.V.A. cultural –unido a un innegable desapego por parte de las administraciones- o la sensación, más o menos generalizada, de que nuestro pequeño star-system es un micromundo cerrado y autocomplaciente del que es casi imposible formar parte.
Aunque motivos podrían no faltarles, ni los directores ni ninguno de sus accidentales protagonistas –algunos repiten, otros se suman con sus testimonios y experiencias- esgrimen argumentos de melancolía o desasosiego. Al contrario, Baratometrajes 2.0 supone un verdadero soplo de aire fresco lleno de optimismo y vitalidad, presentándonos a todo un abanico de CINEASTAS –así, con mayúsculas- , gente que vive por y para hacer cine contra viento y marea. Pero no queda aquí la cosa: temas de candente actualidad, como la piratería y las descargas ilegales, las plataformas digitales, los micromecenazgos, el precio de las entradas a las salas o nuevas formas de exhibición y distribución –a veces, rompiendo un inamovible y vetusto stablishment– se plantean sin rubor ni paños calientes, de manera ágil, amena, a veces incluso divertida, sin sentar cátedra y dejando que sean otros -los verdaderos protagonistas: la gente que hace cine- los que libre y abiertamente expresen sus opiniones. Y entre tanto planteamiento, una pregunta que sobrevuela y a la que muy pocos son capaces de responder: ¿te imaginas un mundo sin cine? Una cuestión aparentemente retórica, pero que provoca no pocos temores e incomodidades, también en el espectador…
Quizá, con el paso del tiempo, esta obra pueda presumir de haberse quedado anticuada; significaría que por fin habríamos superado todas las quimeras, obstáculos y dificultades que aquí se plantean. Por lo pronto, Baratometrajes 2.0 se rebela como una pieza imprescindible de obligada visión para todos aquellos que disfrutamos de este arte de las artes sin igual. Una crónica honesta y directa de una situación real y palpable aquí y ahora, cuya ingente y laboriosa producción –más de cuarenta entrevistas y un trabajo de dos años- la convierten en un testimonio de impagable labor periodística y documental.
Recomendado para estudiosos y amantes del Séptimo Arte.