Begin again

Un canto al optimismo.

Uno, que es humano, comete errores y a veces cae también en los prejuicios, y ve con infundados recelos ciertas propuestas que, de lejos, pueden parecer más de lo mismo. Y, sobre todo, con ciertos géneros que, aunque respeto –y en ocasiones, hasta disfruto- , no son precisamente mis favoritos. ¿Otra comedia romántica? ¿Otra propuesta (supuestamente) indie donde él y ella, a pesar de sus evidentes diferencias, acabarán irremediablemente juntos? Mejor busco otra cosa…

Begin again (John Carney, 2013) –cuyo título, de haberse traducido literalmente, hubiese sembrado confusión con cierto clásico oscarizado de nuestro cine- no llegó a nuestro país hasta un año después de su lanzamiento en USA, y ese es un dato que puede mover a la desconfianza. Sin embargo, debo reconocer que, contra pronóstico, me he encontrado con una propuesta sencilla, humilde, que se sostiene sobre la complicidad de unos actores estupendos y ciertos hallazgos narrativos que hacen que la pieza funcione y sorprenda.

Todo cambia la noche en que, de manera casi accidental, un antiguo empresario musical de éxito, borracho y deprimido, se encuentra con la voz y el talento de una joven compositora, a punto de hacer las maletas y dejarlo todo tras haber sido abandonada recientemente por un novio ebrio de éxito. Con sorprendente naturalidad y con unas interpretaciones sobrias y contenidas –pero a la vez intensas y a veces incluso emocionantes- , dos desconocidos encarnados por Mark Ruffalo y Keira Knightley aprenderán a confiar y a apoyarse el uno en el otro, en el plano profesional pero también en el personal, intentando encontrar esas segundas oportunidades que la vida siempre nos brinda pero que no siempre somos capaces de ver por nosotros mismos.

(L-R) KEIRA KNIGHTLEY and MARK RUFFALO star in BEGIN AGAIN
Tócala otra vez, Keira.

La familia –matrimonio, divorcio, ruptura, hijos- y las rivalidades profesionales –sobre todo en un mundo como es el de la música profesional, donde los egos y las traiciones están a flor de piel- quedan hábilmente retratados y definidos, sin florituras y sin demagogias, en una cinta que apuesta más por el borrón y cuenta nueva, el optimismo y la serenidad ante un futuro tan incierto como ilusionante. Se agradece que el guion no caiga en tópicos y postureos propios del género, y también que no cargue tintas contra los enemigos de los protagonistas –esa ex recelosa (Catherine Keener); ese artista vendido a la comercialidad (Adam Levine, vocalista de Maroon 5 que se estrena aquí como intérprete); ese socio aburguesado (Yasiin Bey)- retratándoles, al igual que ellos, como gente imperfecta, corriente, con sus talentos y virtudes pero también con sus equivocaciones y debilidades.

Es imposible no sentir cierta empatía hacia ese grupo accidental y tremendamente heterogéneo que, rompiendo los esquemas de una industria anquilosada en el arcaico sistema analógico, decide salir a la calle, vivir la música y compartirla a su antojo. El mensaje está claro: la vida está para vivirla, y nadie puede decirte cómo debes hacerlo. Y si es al son de los espectaculares temas musicales de la BSO del film –muchos de ellos estupendamente interpretados por los propios actores- , mejor que mejor.

Recomendado para quienes perdieron la fe en la bondad.

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