El niño

Odiosas comparaciones.

Parece que fue anteayer, pero han pasado ya cinco años desde que Daniel Monzón sorprendiera a propios y extraños con su excelente Celda 211 (2009): hasta ese momento, la carrera como realizador de este ex-crítico fraguado en la emisión catódica de Días de cine y en las páginas de Fotogramas había sido algo errática, con puntuales momentos de inspiración y brillantez -ese descacharrante Robo más grande jamás contado (2002)- y otros más grises y menos afortunados –su llamativo pero irregular debut El corazón del guerrero (1999); la muy fallida Caja Kovak (2006)- , pero su claustrofóbico thriller carcelario resultó ser contundente, áspero, brutal, que dejaba sin respiración y sin apenas tregua para el espectador casi desde la primera secuencia.

No es raro, por tanto, que las expectativas sobre su último trabajo, sean tan altas. ¿Injustamente tan altas? Vistos los resultados artísticos de su anterior film y la brutal campaña de promoción que ha acompañado a este título durante los últimos meses hasta su espectacular estreno, alfombra roja incluida, es difícil no esperar que este Niño sea algo mayúsculo. Con pulso firme y narrativa diáfana, Monzón nos sumerge en un microcosmos de narcotráfico, corrupción, guerras de mafias y lealtades traicionadas, ingredientes habituales del género noir que, sin embargo, se degustan con placer, habida cuenta de que el director ha sabido cocinarlas con mimo y detalle y no nos saben a plato repetido. Sobresale, además, gracias a una sublime planificación y montaje de las escenas de acción, efectivas y espectaculares: esas vibrantes y complejísimas persecuciones entre el helicóptero de la policía y la lancha fuera borda de los contrabandistas quedarán grabadas desde ya como verdaderos hitos del cine patrio.

elnino
Uno de los momentos más espectaculares de la película.

Notable es la labor de los actores, en la que si bien es verdad que hablar del buen hacer de los Luis Tosar, Eduard Fernández, Sergi López, Bárbara Lennie y compañía es rendirse a lo evidente –no olvido la elegante presencia anglosajona de Ian McShane– , es probable que El niño pase también a la posteridad como la cinta que lanzó al estrellato a Jesús Castro, una jovencísima promesa que logra no desentonar y cargar con eficacia casi con el cincuenta por ciento de la historia… claro que, si me preguntan a mí, casi me quedo con el trabajo de Jesús Carroza, cuya espontaneidad y frescura traspasa la pantalla, y de Saïd Chatiby, cuyo rol es el que más espectacularmente evoluciona durante toda la trama –de sicario mosquita muerta a violento y peligrosísimo narco…- .

Todo es más que notable en el film –le sobra, quizás, esa muy manida historia de amor entre el joven camello y la chica marroquí- , y Monzón cumple con muy buena nota reafirmándose como uno de los cineastas más interesantes y eficientes que tiene nuestra maltrecha industria; como los De la Iglesia, Segura, Amenábar o Bayona de turno, pertenece a esa hornada que saben combinar sin dificultad arte y espectáculo. Pero, sin embargo, a El niño le falta esa visceralidad, esa vileza y esa capacidad de asombro que emanaba su anterior obra.

Recomendado para amantes del noir con estilo.

 

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