La sal de la tierra

Un viaje con Sebastião Salgado.

No hace mucho que me inicié en el mundo este de la fotografía –sobre todo, y principalmente, gracias al empuje y entusiasmo de mi mujer, que es la verdadera profesional de esto- , y poco a poco, además de ir adquiriendo algunos conocimientos, a uno le empiezan a sonar nombres de artistas como Henri Cartier-Bresson, Robert Cappa, Tino Soriano, José Benito Ruiz, Chema Madoz o Anne Gueddes, por decir sólo unos pocos –con el tiempo, me he ido familiarizando con otros de Guadalajara y del resto de España a través de la AFGU y la CEF, permitidme que no los nombre para no dejarme a nadie en el tintero- .

Sin duda, uno de estos nombres que más ha destacado en las últimas décadas es el del brasileño Sebastião Salgado, y cuando a uno le ofrecen un documental en torno al autor de colecciones tan impresionantes como Kuwait, Exodus o Génesis, espera poder descubrir algo más sobre la obra y (sobre todo) la personalidad del hombre detrás de la cámara.

Realizado al alimón por Juliano Ribeiro Salgado –hijo del fotógrafo- y el cineasta Wim Wenders, La sal de la tierra (2014) resulta ser un interesantísimo y por momentos emocionante y muy dramático recorrido por la historia de la humanidad durante el último cuarto del siglo XX: a través del objetivo de Salgado, somos testigos de la dramática hambruna en Somalia, las barbaridades cometidas en Ruanda o los crímenes de la guerra en Yugoslavia. Congo, Níger, América del Sur y el Círculo Polar Ártico son también retratados, con sus idiosincrasias y particularidades, por ese hombrecillo de voz tranquila y mirada serena con innegable espíritu de indómito y temerario aventurero.

salgado
El artista ante su obra.

Pero que nadie espere encontrarse aquí una master-class del artista, ya que, si como crónica el documento es impagable, como aproximación al fotógrafo resulta ser algo fría y distante. Salgado, en primera persona, nos cuenta la historia que hay detrás de cada instante, de cada fotografía, pero sin embargo omite detalles que podrían ser interesantes: ¿con qué equipo se inició en los años setenta? ¿con qué criterio artístico o periodístico encuadra sus imágenes? ¿a qué limitaciones y dificultades tuvo que enfrentarse en los lugares más recónditos en plena era analógica? ¿para qué agencias o periódicos trabajaba? ¿cómo vivió el paso a la fotografía digital?… son cuestiones que ni siquiera se plantean. En otras palabras –y parafraseando a mi mujer, que lo clavó a la salida del cine- : nos encontramos ante un documental más biográfico que fotográfico, pero que, paradójicamente, apenas nos esboza un par de rasgos de la personalidad más íntima del protagonista –si acaso, ese amor por la naturaleza y el ecologismo que se manifiestan en ese increíble Proyecto Terra de reforestación de la selva brasileira- .

Wenders y Salgado hijo firman un trabajo muy correcto y con un valor periodístico intachable, pero –permitidme la expresión- demasiado dirigido o pensado para el público en general, quedando el propio arte fotográfico en un segundo plano; por tanto, a quienes nos movemos en este mundillo –como aficionados o como profesionales- , y que somos el target potencial de la película, no nos va a descubrir nada nuevo que no pudiéramos conocer ya a través de libros o exposiciones.

Muy interesante, pero poco apasionante.

Recomendado para humanistas curiosos.

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