Maléfica

Han disparó primero.

En el Hollywood de hoy día se ha instalado una peligrosa tendencia o afán por querer rehacer, casi a cualquier precio, todo lo ya consabido o realizado; ya no hablo de esa moda de rehacer clásicos relativamente recientes con resultados artísticos de muy bajo nivel –eso sí, bajo una capa de deslumbrante look digital, caso de las insulsas Total Recall (Desafío total) (Len Wiseman, 2012) o RoboCop (José Padilha, 2014) por poner sólo un par de ejemplos- , sino de esa tentación a la que ya nadie se resiste de escarbar en los eventuales orígenes de ciertos héroes y villanos que poco o nada nos aportan y que encima suelen zarandear nuestra educación cinéfila.

Quizá la veda la abriera el mismísimo George Lucas con sus asépticas precuelas galácticas, no lo sé, pero que nos tengan que contar ahora cómo fue la juventud de Hannibal Lecter, de Bilbo Bolsón o del mago de Oz es para que en los grandes estudios se lo tengan que hacer mirar. Detengámonos un momento en este último ejemplo que he citado, ya que parece que es en Disney donde más empeño están poniendo en reinventar sus propios clásicos de toda la vida; y si bien es cierto que si Oz, un mundo de fantasía (Sam Raimi, 2013), sin ser nada del otro mundo, al menos respetaba la cronología tanto del original literario como de la inolvidable aventura cinematográfica protagonizada por Judy Garland, esta Maléfica (Robert Stromberg, 2014) pierde muchos enteros cuando da un giro de trescientos sesenta grados al espíritu del material ya conocido.

malefica
Angelina, esta vez, no hechiza.

Resulta atractivo descubrir que la malvada bruja de La bella durmiente (Clyde Geromini, 1959) fue en realidad un hada de los bosques, adalid y protectora de la naturaleza, cuyo corazón noble y bondadoso se ennegreció, sumido por la ira y la venganza, tras ser traicionado por un joven humano cegado por la avaricia. Sin embargo, uno no puede dejar de sentirse como poco desconcertado cuando, a los treinta minutos de metraje, el relato nos lleva ya por terrenos conocidos, pero subvirtiéndolos de tal modo que producen molestia e incomodidad. ¿Reinventar o reventar? Si se obvia o desconoce -¿es eso posible?- el material previo, ya sea el cuento de Charles Perrault como el film de dibujos animados, la lectura que se pueda hacer de Maléfica sin duda será mucho más positiva que para los que no podemos olvidar alguna de ellas, y seguramente podamos sentirnos algo heridos o traicionados por ver a una de las villanas más oscuras y viles de nuestra infancia convertida en una tipa tan blandita y con la patatita herida. Se traiciona el alma malvada y demoníaca, pero sin duda fascinante, de tan inolvidable personaje. Es el ‘Han disparó primero’ que tanto sufren los dolidos fans de Star Wars.

El buen hacer de una solvente Angelina Jolie y la clara y certera moraleja ecologista bien enfocada hacia los espectadores más jóvenes quedan sepultados por un relato que hubiese sido mucho más aceptable adaptado a otros personajes menos icónicos, y convertir al traicionero en un rey desequilibrado y pusilánime y a las tres hadas en un atajo de viejas refunfuñonas tampoco ayuda precisamente a elevar el nivel del film.

Recomendado para quienes apenas recuerden nada de La bella durmiente.

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