Musarañas

Dios proveerá.

Hace ahora veinte años, Álex de la Iglesia se lanzaba a nadar solo en el impredecible océano del cine español de fin de siglo tras haber dado sus primeros braceos de la mano de Pedro Almodóvar. Ahora, el director de El Día de la Bestia (1995) y Las brujas de Zugarramurdi (2013) es quien apadrina a nuevos talentos, a fin de que tomen la alternativa creativa y generacional en el panorama fílmico nacional actual, y, en esta primera producción, avala al tándem Juanfer AndrésEsteban Roel en su esperada, curiosa, inquietante y formalmente brillante ópera prima: Musarañas (2014).

Para quien no los conozca, esta pareja de realizadores, además de ser responsables de cortos tan exitosos como 036 –producido en el año 2011 y con más de dos millones de visionados en YouTube- , son profesores de cine en Madrid –de hecho, Esteban fue maestro mío de dirección de actores hace ya… no sé, la pila de años- . Doy este dato porque, por momentos, me ha dado la impresión de que el guion de este largometraje se sostiene sobre ciertos elementos cinéfilos, y a cualquiera que tengamos un bagaje de cultura cinematográfica a nuestras espaldas no nos pasarán desapercibidos algunos detalles que resonarán como lejanos ecos en nuestras cabezas: así, la relación insana que mantienen las dos hermanas protagonistas (Macarena Gómez y Nadia de Santiago), prácticamente recluidas en un único escenario doméstico, nos puede recordar a ¿Qué fue de Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962), al tiempo que toda la trama en torno al invitado (Hugo Silva) y la obsesión que el personaje de Montse tiene hacia él bien pudiera ser similar a la que tenía Kathy Bates sobre su idolatrado James Caan en Misery (Rob Reiner, 1990).

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Incluso dormida, Macarena lo borda en esta película.

Encuentro en Musarañas muchos más aciertos que fallos: sobresalen esas apariciones fantasmales y flashbacks del padre (Luis Tosar), que se ven e incluso interactúan con la realidad presente; los personajes, por lo general, están bien perfilados y definidos; la planificación es bastante acertada –aunque confieso que, en algunos pasajes, me sobraban planos en el montaje- ; la música original de Joan Valent da el punto justo de terrorífica melancolía; y la trama esconde un par de golpes de efecto que, aunque quizá no completamente inesperados –si uno está muy, muy atento a cada diálogo, puede intuir lo que probablemente ocurra a continuación- , funcionan con eficaz precisión. En el debe, si acaso, sorprende que en una cinta de terror como esta hayan tirado por una fotografía naturalista y funcional, obra de Ángel Amorós, cuando el cuerpo te pide algo más sombrío, inhóspito y tenebrista para conseguir crear la atmósfera adecuada.

Capítulo aparte merecen los actores. Y aunque se haya dicho hasta la saciedad –y sin querer desmerecer al resto del reparto- , quien se lleva con merecimiento todos los elogios es una grandísima Macarena Gómez, que si bien es verdad que le ha caído en gracia el personajes más definido y completo de todo el plantel, su enorme versatilidad consigue aterrarnos y a la vez conmovernos en una interpretación de esas que dejan huella en el espectador. Si me preguntasen a mí, diría que el Goya es suyo. Dios proveerá.

Recomendado para aficionados a los cuentos de terror.

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