Focus

La hamburguesa del chef.

Seguro que habéis visto ese anuncio de una conocida cadena de restaurantes fast-food en la que un reputado chef ‘nos’ prepara una suculenta, apetitosa y sublime hamburguesa. Desde el punto de vista formal, el spot no tiene reproche alguno: bien realizado, bien estructurado, con la duración adecuada, etc. Esta referencia me sirve para calificar Focus (Glen Ficarra & John Recua, 2015), una propuesta que, sin ser del todo mala, intenta ser lo que no es y ahoga sus virtudes bajo una impostada apariencia de anodino blockbuster.

Una trama de estafadores de guante blanco, un par de localizaciones exóticas, una pareja protagonista con indudable gancho –Will Smith, en busca de reconciliarse con la taquilla, y una ascendente Margot Robbie– y un acertado y elegante look –gracias, principalmente, a la fotografía del mexicano Xavier Grobet– son las principales bazas de esta cinta en la que no faltan las estafas a pequeña y gran escala y cierta tensión sexual. Es decir, nada que no hayamos visto ya en este tipo de propuestas, aunque sí que puedo destacar, por ejemplo, el sólido trabajo de la protagonista femenina –demostrando, más allá de su deslumbrante físico, oficio y buena química con su partenaire- , la presencia de un par de secundarios estupendos como Gerald McRaney o Adrian Martinez –clavadito a Raimundo Amador, por cierto- y, sobre todo, el retrato que se hace de los timadores no como tramperos solitarios, sino como grupos organizados y estructurados a modo de pequeña gran empresa donde todos tienen su labor, demostrando que, en esencia, nada ha cambiado desde los tiempos de El golpe (George Roy Hill, 1973)…

Focus-fotograma
Will y Margot: tensión sexual no resuelta.

Sin embargo, lo que aquí falla es, precisamente, que nos lo hayan querido vender como lo que no es: un thriller de trileros con acción, romance y comedia. Nanay. Es verdad que ese es el punto de partida; también que el ritmo va decayendo según avanza el relato, y que la trama del primer tercio –Nueva Orleans- tiene mucho más empaque que los dos siguientes –Buenos Aires- , donde las motivaciones ya no están tan claras y la historia se sumerge por unos vericuetos en apariencia algo más anodinos y melodramáticos, con unos personajes débiles, dubitativos, temerosos de no ser nada y no tener a nadie a su lado. Un cambio de género sin duda difícil de asimilar para el espectador medio, cuyas expectativas pueden verse razonablemente defraudadas con una propuesta que no era la prevista y, sobre todo, con un final tan fallidamente efectista como inverosímil.

Esa es la verdadera pega de Focus: que no sabe si quiere jugar a ser cine independiente o carne de taquilla. Una lástima, porque ingredientes había de sobra para haber hecho un buen plato, bien cocinado, sazonado y condimentado. Pero al final, por mucho adorno que le pongan, han decidido hacer una hamburguesa. Muy aparente sí. Pero una hamburguesa, al fin y al cabo.

Recomendado para aficionados a los juegos de falsas apariencias.

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