León come gamba.
Al igual que Lazos de sangre (Guillaume Canet, 2013), el espectador español no habituado ni a los festivales de cine ni a los alquileres on-demand fuera de nuestras fronteras ha tenido que esperar dos años para ver en nuestras carteleras Horns (2013), la última película de Alexandre Aja, conocido por recientes remakes de terror como Las colinas tienen ojos (2006) o Piraña 3D (2010).
Debo decir lo primero que, ante tal retraso, me propuse (impuse) leer el best seller homónimo en el que se basa el film, escrito por Joe Hill, hijo del popular Stephen King: una novela con algunos interesantes matices y que dejaba atisbar cierta mala baba a la hora de retratar la ruindad y la mezquindad de la sociedad occidental actual, pero que, tras plantear la encarnación diabólica del protagonista como una metáfora de lo políticamente incorrecto, caía en confusos episodios oníricos que se mezclaban con típicas situaciones de terror mil veces descritas en la literatura y en el cine y muy lejos de los trabajos más inspirados de su talentoso progenitor.

Es desconcertante la sensación que me deja Horns, la película; muy al contrario que La cabaña en el bosque (Drew Goddard, 2012) –donde, tras un primer visionado, no supe discernir si la peli era buena o mala, pero sí que la había disfrutado como un enano- , aquí estoy seguro de que el film, es decepcionante, olvidable e intrascendente. Bastaba con que hubiesen sabido extraer del esos pocos detalles interesantes que enumeraba antes y haberlos puesto en manos de un buen guionista para haber tenido algo mínimamente original –durante buena parte de la novela, por ejemplo, no puedes dejar de sentir cierta empatía por el canalla protagonista- , pero lo más sencillo era ponerle cuernos al ‘malo’ y que siembre el terror en su pequeño pueblo. Para eso no hace falta ni guion.
La audacia tampoco se demuestra cogiendo al inolvidable Harry Potter y disfrazándole de ángel caído. Daniel Radcliffe, que no hace más que intentar alejarse de la imagen de niño-mago, fuma, bebe, se enfrenta a su mejor amigo (Max Minghella) y a su propio hermano (Joe Anderson), es acusado de violar y asesinar a su novia (Juno Temple)… demasiados tópicos para intentar construir un antihéroe que cae gordo de principio a fin, dejando que el único interés sea ver a cuántos se carga y de qué manera. Y si alguno va buscando emociones fuertes (gore), tampoco hay ni crímenes perturbadores, ni momentos macabros ni un número desproporcionado de víctimas. En pocas palabras: poco, rancio y sin sentido. Un león come gamba.
Recomendado para conformistas del terror light.