El tiro por la culata.

A estas alturas, ponernos a hablar del conflicto internacional entre EE.UU. y Corea del Norte que supuso el estreno de The interview (La entrevista) (Evan Goldberg & Seth Rogen, 2014) hace unos meses supongo que será una pérdida de tiempo, y que quien más y quien menos recordará toda la movida que se produjo entre ambas superpotencias nucleares –desde veladas amenazas a través de los medios de comunicación hasta espionaje informático a gran escala con la distribuidora Sony como principal objetivo- . Y mira que, ya entonces, muchos sospechábamos que la cosa igual no era para tanto, y que la (peligrosa) susceptibilidad de ciertos totalitarismos podría verse alimentada por un producto de dudoso gusto y escasa –por no decir nula- calidad cinematográfica.

¿Es más divertido un chiste cuanto más alto es el objeto de burla y cuanto más grotesco es su humor? Si los coreanos se sintieron ofendidos por esta sátira en la que dos periodistas americanos son reclutados por la CIA para eliminar al todopoderoso Kim Jong-un, el resto del mundo –occidental y oriental- deberíamos sentirnos estafados porque Hollywood, al calor de la polémica, nos ha colado una lamentable comedia de brocha gorda, donde no tienen cabida la parodia ni el sarcasmo: sólo un puñado de gracietas escatológicas y genitales, cada cual más estirada que la anterior, casi todas en boca de un cargante James Franco, salpicados además por algunas escenas de explícita violencia –esa pelea a mordiscos en la sala de realización- pretendidamente graciosas pero definitivamente deleznables.

Lo que a uno le indigna no es que se hagan este tipo de producciones –allá cada uno lo que haga con su dinero y con su tiempo- , sino la sospecha de que, de no haber sido por la controversia suscitada, seguramente este film difícilmente hubiera llegado a la cartelera internacional. Qué ironía: al final la amenaza coreana ha convertido una cinta mediocre y aburrida en un símbolo (yanqui) de la libertad de expresión y en un trendig topic mundial. Y algunos, como pardillos, hemos picado.

Recomendado para fanáticos de las comedias ‘torrenciales’.