La modista

Dramedia raruna

Lo confieso en público y en privado: tengo debilidad por la magnífica Kate Winslet. En cualquier papel y en cualquier circunstancia: superviviente en un naufragio, ama de casa, madre neurótica o villana en una distopía juvenil, siempre me funciona. Incluso en una propuesta tan arriesgada, atípica, estrafalaria y raruna como es ésta que la convierte (en la pantalla) en modista de éxito que regresa a su pueblo natal y que le permite volver, veinte años después de su lanzamiento en ‘Criaturas celestiales’ (Peter Jackson, 1994), a tierras australianas.

¿Qué es ‘La modista’ (Jocelyn Moorehouse, 2015)? Arranca con un prólogo estéticamente muy cercano a la televisiva ‘True Detective’ para tornarse en un western austral con trazas de comedia disparatada (ese sheriff sarasa encarnado por Hugo Weaving), drama maternofilial, retrato coral costumbrista y tragedia irreparable: toda una macedonia que, sorprendentemente, funciona la mar de bien gracias a la personalidad y al cariz de los personajes (increíble Judy Davis) y a un escenario tan teatralizado como sus propios habitantes.

No es fácil de asimilar esta propuesta indiscutiblemente incómoda para ciertos públicos (cuando ya te has acostumbrado a un «estilo», la cinta salta de género casi sin dificultad pero dejándonos pasmados a propios y extraños), y por momentos dejará a uno con la cara torcida en pleno «WTF!». Y, seguramente, ‘La modista’ pasará completamente desapercibida a la hora de evaluar las películas más destacadas del año; pero por su osadía y atrevimiento, y por su espíritu deliberadamente rebelde, inclasificable e incluso por momentos irreverente, merece que al menos le otorguemos una oportunidad. Aunque solo sea por curiosidad.

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