Talento indómito y sorprendente.
A pesar de su corta estatura –apenas supera los ciento sesenta centímetros- , su presencia casi siempre arrolladora e incontenible no pasó desapercibida desde que le vimos por primera vez a las órdenes de Martin Scorsese –uno de los cineastas que mejor han sabido sacar provecho de su energía- hace ya más de treinta años, casi siempre bajo el rol de gángster o matón.
Antes, Joseph Frank Pesci, hijo de unos humildes emigrantes italoamericanos, ya había hecho sus pinitos en la pequeña pantalla, cuando debutó con apenas diez años de edad en el programa Startime Kids. Aficionado a las artes marciales y a la música, sus primeros pasos en el show-business profesional fue como guitarrista del grupo Joey Dee and the Starliters, donde coincidió con otros talentos como Charles Neville o Jimi Hendrix; pero, a diferencia de éstos, nunca tuvo fortuna como solista –lo intentó bajo el nombre artístico de Joe Ritchie– , lo que le llevaría a probar suerte nuevamente ante las cámaras.
Tras un efímero y no acreditado debut en Hey, let’s twist! (Greg Harrison, 1961) y un par de pequeñas apariciones en el televisivo show de Lucille Ball, hasta tres lustros después no obtendría su primer papel de cierta relevancia en The Death Collector (Ralph de Vito, 1976). Fue su siguiente trabajo el que le pondría en la picota del panorama interpretativo de la nueva década: Scorsese le confió un personaje con verdadero peso junto a Robert De Niro en Toro Salvaje (1981), y Pesci se vio recompensado con un BAFTA y su primera nominación al Oscar de la Academia.
La mayoría de las películas que componen su filmografía durante los ochenta son títulos olvidados hoy día, pero sirvieron para ir dándole cierto caché que le catapultaría al cast de otras obras más reputadas: caben destacar, por ejemplo, Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984) –de nuevo junto a De Niro- , Moonwalker (Jerry Kramer, Jim Blashfield, Colin Chilvers, 1988) –vehículo sui generis al servicio del lucimiento de la estrella del pop Michael Jackson- y Arma letal 2 (Richard Donner, 1989) –como un secundario cómico que repetiría en dos secuelas más de la serie- .
El año 1990 fue un punto de inflexión en su carrera: estrenó nada menos que cuatro títulos que le llevaron del thriller –Camino de retorno (Dennis Hopper, 1990)- a la comedia romántica –Boda pasada por agua (Alan Alda, 1990)- , aunque los dos trabajos que sin duda más le reportaron fueron la popular comedia infantil Solo en casa (Chris Columbus, 1990)- y el magnífico film noir Uno de los nuestros, que lo reunió una vez más con De Niro y Scorsese. Su inolvidable y violentísimo Tommy DeVito le supuso el reconocimiento unánime de crítica y público, así como su primer –y hasta ahora único- Oscar como Mejor Actor de Reparto -por cierto, su discurso es el tercero más corto en la historia de la ceremonia…-
Tras la ligera El súper (Rod Daniel, 1991) y su encarnación de David Ferrie en la magistral JFK: caso abierto (Oliver Stone, 1991), la década de los noventa supuso una serie de altibajos artísticos, donde se alternaron sonoros blockbusters –las continuaciones Solo en casa 2: perdido en Nueva York (Chris Columbus, 1992) o Arma letal 3 y 4 (Richard Donner, 1992-1998)- con algunas inesperadas decepciones: Mi primo Vinny (Jonathan Lynn, 1992), El ojo público (Howard Franklin, 1992), Jimmy Hollywood (Barry Levinson, 1994) –donde compartió cartel con Victoria Abril- u Ocho cabezas (Tom Schulman, 1997) no funcionaron todo lo bien que se esperaba. Aún nos dejaría para el recuerdo su aparición en el debut como realizador de su amigo De Niro, Una historia del Bronx (1993) y otro personaje de los que marcan, el Nicky Santoro de Casino (Martin Scorsese, 1995).
En 1998 retomaría su carrera musical como cantante, músico y compositor con el lanzamiento del inclasificable álbum Vincent LaGuardia Gambini sings just for you, donde se alternan estilos pop-rock, salsa, blues, jazz, bossa-nova y oldies melódicos, y donde se atreve incluso con otros idiomas –el disco está disponible en Spotify y es impagable oírle cantar el single Yo cousin Vinny en español (!)- . A pesar de no haber publicado ningún otro LP, en los últimos años ha tenido tiempo de producir un exitoso musical de Broadway –Jersey Boys, basado en la historia del grupo musical Frankie Valli and the Four Seasons- y sólo se ha dejado volver a ver en un plató de cine en otras dos ocasiones: El buen pastor (Robert De Niro, 2006) y Love Ranch (Taylor Hackford, 2010), donde coincidió con otro intérprete español –en este caso, Sergio Peris-Mencheta- . A sus setenta años, se nota que este ya veterano y polifacético artista se toma la vida con mucha tranquilidad, y aunque en la actualidad no tiene proyecto alguno conocido, esperamos volver a verlo muy pronto en pantalla en alguna película importante.