El chico del kárate.
Fue uno de los nombres del llamado brat pack de los ochenta –una quinta de jóvenes actores entre los que se encontraban Patrick Swayze, Tom Cruise o Emilio Estévez, entre otros- , pero su popularidad quedó indefectiblemente ligada a la de ese niñato imberbe que se defendía de los matones del barrio gracias a las lecciones del señor Miyagi…
De ascendencia italoamericana, Ralph George Macchio nació en Huntington, Long Island (Nueva York) un 4 de noviembre de 1961. Su carrera empezó a despuntar con apenas diecinueve años, formando parte del reparto protagonista de Up the comedy, una película producida en 1980 por la revista Mad Magazine y dirigida por Robert Downey Sr. –el padre del actual Iron Man– que no tuvo ningún tipo de recorrido internacional. Esto le abrió, sin embargo, las puertas de Con ocho basta, la popular sitcom televisiva, en la que participó de manera ocasional durante sus dos últimas temporadas de emisión.
Tras pasar por algunos telefilms de perfil bajo, su verdadera gran oportunidad le llegó de la mano de Francis Ford Coppola y Rebeldes (1983), irregular retrato generacional de la juventud de la época que hoy día es más recordada por suponer la alternativa seria ante las cámaras de C. Thomas Howell, Matt Dillon y Rob Lowe –además de los ya citados Swayze, Cruise, Estévez y Macchio- que por su prosa cinematográfica.

Alcanzaría la cresta de la ola un año después: a pesar de contar ya con veintitrés años, su rostro aniñado y su físico delgaducho y juvenil le permitieron encarnar al adolescente Daniel LaRusso, protagonista de Karate Kid (John G. Avildsen, 1984), sin duda, uno de los títulos icónicos de la década en el que compartiría cartel con el veterano Noriyuki ‘Pat’ Morita y con la debutante Elisabeth Shue. El impresionante éxito de la cinta le llevaría a repetir personaje en dos (flojas) secuelas más, también dirigidas por Avildsen, en 1986 y 1989.
A pesar de la saga karatekidtera, intentó no encasillarse y siempre que pudo aprovechó la oportunidad de trabajar con prestigiosos realizadores: Arthur Hiller le fichó junto a Nick Nolte, JoBeth Williams y Judd Hirsch para el cast de Profesores de hoy (1984), y Walter Hill le colocó como protagonista absoluto de Cruce de caminos (1986), film sureño de toques fantásticos y musicales que hoy es considerada obra de culto.

Tras contraer matrimonio en 1987, su carrera se ralentizó notablemente, con títulos hoy olvidados como Distant Thunder (Rick Rosenthal, 1988) o Too Much Sun (Robert Downey Sr., 1990). Mi primo Vinny (Jonathan Lynn, 1992), junto a Joe Pesci y Marisa Tomey, y la comedia coral Desnudo en Nueva York (Daniel Algrant, 1993) –donde también aparecían Eric Stoltz, Mary Louise-Parker, Tony Curtis, Timothy Dalton y Whoopi Goldberg- , no fueron suficientes para remontar una caída que parecía lenta pero inevitable. Sin embargo, Macchio recondujo su sino hacia las tablas, y su trayectoria teatral en los años noventa y primeros del presente siglo sí ha funcionado con estimable éxito, sin por ello llegar a abandonar nunca los platós. De hecho, también ha hecho sus pinitos como realizador: su currículum cuenta ya con un episodio de The Ties That Bind y con dos cortometrajes –Love Thy Brother (2002), galardonado con premio al mejor director en el Festival de Long Island, y acaba de finalizar la postproducción de Across Grace Alley (2013)- .
Quién sabe, quizá estemos ante un notable realizador en ciernes. Mientras esperamos a ver si eclosiona o no, Macchio no le hace ascos a pequeñas colaboraciones ante las cámaras, ya sea en cortometrajes o series de TV. Las más recientes, y quizá por ello las más recordadas, han sido en Cómo conocí a vuestra madre –donde se interpretaba a sí mismo y volvía a reencontrarse con William Zabka, su némesis en Karate Kid– y su brevísima aparición en la película Hitchcock (Sacha Gervasi, 2012), encarnando Joe Stefano, el autor de la novela original Psicosis.