El yerno simpático.
Aunque es probable que nuestros hijos o sobrinos no les suene de nada su nombre, lo cierto es que Steve Guttenberg llegó a ser, si no el que más, uno de los más populares actores de la comedia americana de los años ochenta, y prácticamente no se estrenaba una sola cinta dentro de este género que no llevara su nombre en los créditos. Su carácter afable, cercano y amistoso, así como un muy natural sentido del humor –lejos de las estridencias de algunos cómicos surgidos del televisivo Saturday Night Live– y una palpable simpatía, le convirtieron en protagonista de un sinfín de títulos que, al margen de su calidad cinematográfica, daban pingües beneficios a las mayors de Hollywood.
Steven Robert Guttenberg nació en Brooklyn, Nueva York (USA), el 24 de agosto de 1958. De familia judía, ya desde su juventud –época en la que no pasó de ser un discreto estudiante- estuvo picado por el gusanillo de la interpretación, y tras estudiar con el profesor Herbert Berghof y en The Groundlings –una escuela de improvisación- , tuvo su primera experiencia ante las cámaras con un pequeño papel en el telefilm Algo para Joey (Lou Antonio, 1977), pudiendo posteriormente colarse en el cast de la reputada Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978), junto a Gregory Peck, Laurence Olivier y James Mason. Durante los siguientes años alternó apariciones esporádicas en series de televisión así como en diversos telefilmes, pero, sorprendentemente, no solía ser en papeles cómicos, destacando en la muy recordada El día después (Nicholas Meyer, 1983), apocalíptica producción que mostraba las dramáticas consecuencias de un Holocausto nuclear con el trasfondo de la Guerra Fría.
The Man Who Wasn’t There (Bruce Malmuth, 1983) fue su primer papel protagonista absoluto en la gran pantalla; su carisma no pasó desapercibida para el productor Paul Maslansky, que no tardó en ficharle para formar parte del desastroso curso de cadetes de Loca academia de policía (Hugh Wilson, 1984), una de las más rentables y exitosas comedias de la Warner de todos los tiempos y que inauguró una larguísima e inconfundible serie fílmica que explotó hasta la extenuación sus limitados recursos –los chistes se agotaron en la segunda entrega; Guttenberg se despidió tras la cuarta- .
Encasillado en el papel del descarado y vacilón Carey Mahoney de la saga ‘locaacademia’, Guttenberg siguió encadenando éxito tras éxito, y aunque los papeles que le ofrecían eran en esencia los mismos –Los matasanos (Harvey Miller, 1985); Una novia para dos (Jerry Belson, 1987); Tres hombres y un bebé (Leonard Nimoy, 1987); El hotel de los fantasmas (Neil Jordan, 1988)- , siempre que pudo trató de, si no cambiar de registro radicalmente –el thriller Falso testigo (Curtis Hanson, 1987); la agridulce A casa por vacaciones (Jodie Foster, 1995)- , al menos matizar su sempiterno rol de yerno guapete y simpático en otro tipo de producciones, familiares y para todos los públicos –Cocoon (Ron Howard, 1985) y su olvidada secuela Cocoon: El regreso (Daniel Petrie, 1988); Cortocircuito (John Badham, 1986); Tres hombres y una pequeña dama (Emile Ardolino, 1990); Somos los peores (Holly Goldberg Sloan, 1995); Dos por el precio de una (Andy Tennant, 1995)…- .
Entrados en el nuevo siglo, y a medida que paulatinamente iba bajando su popularidad entre el gran público, Guttenberg decidió probar suerte detrás de la cámara; pero su ópera prima, Por cierto, tu gato ha muerto (2002), sólo tuvo una muy limitada distribución en USA e Italia –en el país transalpino se estrenó directamente en DVD; en España, permanece inédita- , lo que le hizo abandonar, al menos hasta la fecha, una posible carrera como realizador.
La televisión ha sido su intermitente refugio profesional durante esta última década: pudimos verle en la segunda temporada de Verónica Marsh (2005-2006), en un episodio de Ley y orden (2009) y, junto con otras viejas glorias de los ochenta –Adam Baldwin, Rutger Hauer, Bryan Brown, C. Thomas Howell, Peter Weller- en el telefilm Poseidón (John Putch, 2005) –no confundir con la versión cinematográfica de Wolfgang Petersen- . Como curiosidad, participó en la versión americana de ¡Mira quién baila! en 2008.
Aunque su estrella está claramente atenuada, lo cierto es que no le faltan trabajos; otra cosa es la discutible calidad de los mismos. De momento, su último papel destacable lo encontramos en Eldorado (Richard Driscoll, 2012), un extraño popurrí de géneros en 3D –comedia+terror+musical+western (¡!) según la página Imdb.com– que de momento no tiene previsto su estreno en nuestro país.
Esperemos que este aparente epílogo no sea el final de la carrera de un intérprete que, aunque no gozó de demasiadas oportunidades para mostrar todo su potencial, gozó del cariño y la popularidad de un público que veía en él al héroe común y corriente, honesto y divertido.
Muchas películas en imdb tienen cuatro o cinco géneros, no sé por qué se molestan en poner esa categoría jajaja.
De este hombre siempre me quedará su inmortal frase en Cocoon: «¡Esa no es normal!». Tengo que recuperar «Cortocircuito», creo que la última vez que la vi no contaba diez años…