Aproveché la pasada Semana Santa para visitar uno de los lugares que más escenarios cinematográficos naturales tiene nuestro país: Almería. Ya sea en la propia capital, como en el Parque Natural de Cabo de Gata y otras localizaciones, la provincia andaluza ha albergado rodajes de películas tan notables como Ford Bravo (John Sturges, 1954), El Cid (Anthony Mann, 1961), Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963), El viento y el león (John Milius, 1975), Indiana Jones y la Última Cruzada (Steven Spielberg, 1989) o, más recientemente, The end (Eduardo Chapero-Jackson, 2009), Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2013), El niño (Daniel Monzón, 2014) o Exodus (Ridley Scott, 2014).
Pero había un lugar en concreto que siempre había querido descubrir, y que hasta ahora no había tenido oportunidad: el desierto de Tabernas, conocido mundialmente por haber sido cuna del spaguetti-western, subgénero popularizado en los años sesenta gracias, sobre todo, a los trabajos conjuntos de Sergio Leone y Clint Eastwood.
En pocos kilómetros a la redonda, tres parques temáticos se disputan la simpatía (y la cartera) del turista que acude a ver espectáculos de cowboys y decorados de algunas de esas películas míticas. Sin embargo, Mariam y yo pinchamos en hueso: optamos por la opción que parecía más ‘auténtica’ -bautizada como Western Leone– , ya que conservaba algunos de los decorados reales de aquellos rodajes… y lo que nos encontramos fue un lugar vetusto, desangelado, descuidado y casi olvidado. Una verdadera decepción de la que, al menos, he rescatado esta escueta colección de diez fotografías [ver fotos].