Una historia que comienza por el final, un puñado de necios como protagonistas y un tono tremendamente crítico con más carga satírica que paródica. Quienes vayan a ver ‘Los del túnel’ (Pepón Montero, 2017) pensando que se van a partir de risa con una fácil parodia ibérica de las catástrofes hollywoodienses, se encontrará una feroz y perversa crítica al ideal estandarizado de individuos socialmente aceptables, sin tacha, capaces de mejorarse a sí mismos y a los que les rodea tras sobrevivir a una tragedia…
Un par de cosplayers en el Avalon Summer Faerie Fest. Foto (C) Isra Calzado López.
Mientras en Guadalajara capital disfrutábamos de cuarenta y seis horas consecutivas relatos, historias y narraciones orales en el 25º Maratón de Cuentos, un universo mágico tomaba forma en la Sierra Norte de la provincia. Concretamente en un bosque a las afueras de Condemios de Arriba, donde elfos, hadas, caballeros, faunos e incluso algún qué otro aspirante a jedi se dejaban ver en la primera edición de un evento pionero en España: el Avalon Summer Faerie Fest.
Juegos de mesa y de rol, competiciones de softcombat y quiddich, concurso de cosplayers y música en directo fueron algunas de las actividades ofertadas a los más de 1.500 visitantes de todas las edades -según cifras de la organización- que se acercaron a este evento de dos días.
Son casi cinco años los que llevo viviendo en Valdeluz -ya sabéis, lo que iba a ser Avelandia al lado de Guadalajara capital- , y en este tiempo he conocido de todo: familias de «lote completo» (niños, perros y monovolumen), frikis de los juegos de mesa, pequeños empresarios que nos ofrecen múltiples servicios -desde pizzas y pollos a domicilio hasta todo tipo de artículos de moda y regalos- y algún qué otro aficionado al Séptimo Arte de los que, con más paciencia que éxito, acude viernes sí, viernes no, a ese modesto cineclub que no termina de arrancar y que bautizamos, en una estrambótica pirueta, como ‘Guapo Heredero’ por aquella película que Alfredo Landa protagonizó hace ya varias décadas -en pleno landismo– y que se rodó por estos parajes.
Cuando llegué en 2011, decían que esto era la ciudad fantasma -un sambenito del que aún hoy cuesta desprenderse por culpa de algunos esqueléticos edificios y del tristemente abandonado colegio- , y mi mente loca jugueteaba con la idea de rodar algún día algún cortometraje Serie B pretendidamente nefasto y cutre con muertos vivientes a lo ‘Walking Dead’. No pensaba yo que, en realidad, Valdeluz y Yebes albergaba a un nutrido -no muy numeroso, pero increíblemente endogámico- grupo de trolls sin más oficio ni beneficio que insultar, menospreciar y difamar a algunos de sus vecinos a través de las redes sociales, y aportando nada y menos a esta joven y próspera comunidad.
Álvaro, presentando el Festival de Primavera 2016. Foto (C) Mausba Foto / Ayuntamiento de Yebes.
No voy a dedicarles más que estas siete líneas, porque en realidad el protagonista de este post es otro. Y es que, en el extremo opuesto de quienes torpedean, protestan y se lamentan por lo mal que lo hacen otros, tenemos nuestra biblioteca y nuestro bibliotecario, Álvaro Pérez, un chaval que llegó hace unos años a poco más que una caseta prefabricada como lugar de trabajo y que, en menos de un lustro, nos ha colocado en la pole position regional con el premio recientemente obtenido como Biblioteca del Año en Castilla-La Mancha. Con su simpatía natural y su entusiasmo a la hora de afrontar cuantas ideas se le pasan por la cabeza, Álvaro ha organizado un número incontable de actividades para niños y adultos, ha logrado dinamizar y fomentar la afición a la lectura y a los libros y que casi el cincuenta por ciento del censo municipal sean no solo socios, sino usuarios habituales de las instalaciones -tanto en Valdeluz como en Yebes pueblo- . Todo esto, claro, gracias también al apoyo del Consistorio: ya se sabe que, por mucho empeño e ilusión que ponga uno, si las administraciones te dan la espalda -seguramente porque sean incapaces de ver más allá si no hay rendimientos económicos a corto plazo- , poco o nada se puede hacer.
Y como si de un retorcido chiste o una ironía del destino se tratara, resulta que este importante reconocimiento llega dos días después de que Álvaro -¡quién si no!- sorprendiera a pequeños y mayores con un ingenioso pasaje del terror bibliotecario protagonizado por un infectado Don Quijote. Álvaro, nuestro Álvaro, representa todo lo bueno y lo mejor de eso que etiquetaron como Espíritu Valdeluz: ingenio, inventiva, camaradería, hospitalidad y dedicación, valores con los que ha convertido a nuestra pequeña (hoy en instalaciones ampliadas) pero coqueta biblioteca en un verdadero oasis de cultura y de convivencia. Hechos son amores y no buenas razones; de corazón espero que se quede con nosotros muchos, muchos años.
Y tú, ¿eres de los que wassapean o de los que disfrutan del momento? ¿Eres capaz de dejarte llevar por el espectáculo que tienes delante -una película, un concierto, un recital, etc- o están constantemente pendiente de hacer la (con perdón) puñetera foto y compartirla en redes sociales? Son cuestiones que, muy de cuando en cuando, me planteo en eventos culturales donde el smartphone se ha convertido en el verdadero protagonista del patio de butacas, independientemente de lo que esté sucediendo en el escenario. ¿Tú también te lo has preguntado en más de una ocasión? Lee este artículo de opinión que he escrito y publicado en Cultura En Guada, seguramente tú y yo estemos bastante de acuerdo…