La cultura, esa pérdida de tiempo*

Que salga a la luz un nuevo Cultura EnGuada en papel siempre es una excelente noticia. Sabéis que suelo colaborar con este medio, guardo en mi casa todos los ejemplares publicados hasta la fecha y, además, esperaba este número 14 con especial interés, debido al foco que se iba a poner, en uno de los reportajes, sobre el estado actual del corto alcarreño.

La sorpresa me la he llevado a la vuelta de la esquina… o mejor dicho, de página. La entrevista con doña Carmen Carreto, representante de las asociaciones culturales en el Consejo Rector del Patronato municipal, me ha explotado en toda la cara. Doy mi palabra de que la he leído varias veces para evitar malas interpretaciones antes de hacer ningún juicio de valor. Juzguen ustedes mismos, pero creo que hay poco espacio para las equivocaciones.

El artículo abre con un contundente “Hay competencia desleal entre las asociaciones”, para seguir con una retahíla de afirmaciones que dejan a uno, como poco, estupefacto. Afirma esta señora, a quien no conozco personalmente, que no se puede pretender destinar a cultura el mismo dinero que recibe el deporte; que ella no está para trasladar las demandas de las asociaciones al Consejo -aunque se ofrece a llevar “las que le lleguen por escrito”-; que pueden no ser necesarias “tantas asociaciones”; o que “se hacen muchas cosas pero no hay tanta demanda”. ¡Toma! Y eso lo afirma sin rubor quien se supone que debe defender los intereses de los colectivos culturales en el Ayuntamiento. Esto no es un tiro en el pie, es una ruleta rusa con cinco balas y una sola recámara vacía.

Igualmente peligrosas y dañinas me parecen sus afirmaciones sobre la “contraprogramación” que a veces se da en la ciudad: parece que lo ve como algo endémico e inevitable, y a otra cosa, mariposa. Sí está de acuerdo con la absorción de Cultura por parte de Deportes, sobre la que, afirma, “nos estamos poniendo la venda antes de tiempo”. Y ante la pregunta de las posibles responsabilidades de otros organismos o entidades en temas culturales, echa balones al tejado de las propias agrupaciones -porque “no hay relación cordial” entre ellas- y remata con un espléndido “Guadalajara es una ciudad complicada y la gente un poco cerrada”. Eso es cordialidad, sí, señora.

Con estas declaraciones, me quedan claras varias cosas: que nuestra protagonista ni suele pasarse por los grandes eventos culturales que hacen las asociaciones de la ciudad ni conoce la naturaleza del tejido asociativo y las diferentes idiosincrasias de cada entidad -recordemos, “hay demasiadas”-. Y que, desde luego, le importa poco o nada las necesidades que éstas tengan para seguir creciendo, afirmando que “no es vocera de nadie” y limitándose a cumplir un mero papel de mensajero.

Yendo por partes. Primero, creo que el baile de números que hace comparando eventos deportivos y culturales son aleatorios y caprichosos. ¿Que en un estadio caben cinco mil? ¿Cuántos miles de espectadores pasan cada año por el Maratón de Cuentos, por el FESCIGU o por el Tenorio Mendocino, por poner solo tres ejemplos de carácter internacional realizadas por colectivos como el Seminario de Literatura, Cinefilia o Gentes de Guadalajara?

Segundo: ¿cómo puede afirmar que hay “competencia desleal” o falta de “relación cordial” y a renglón seguido defender que cada uno debe programar cuando y donde le dé la gana? ¡Menos mal que no hay “tanta demanda”! A ver, entiendo que a veces el calendario y las agendas son las que son, y es complicado no solapar un Viernes de los Cuentos con una conferencia fotográfica, por poner dos ejemplos plausibles. Pero de ahí a ni siquiera intentarlo para no perder “la espontaneidad de cada uno”… pues qué quieren que les diga, hay un trecho. Y estoy seguro de que a ustedes, como a mí, más de una vez han lamentado tener que elegir entre dos propuestas culturales igual de atractivas. Yo no veo descabellado que las asociaciones se junten para poner en común un calendario de actividades para, en la medida de lo posible, no pisarnos los unos a los otros; pero, claro, para eso hay que ponerse a trabajar, coordinarse, hacer llamadas, reuniones… poner un poquito de interés, tiempo y ganas. Cosa que, parece, cuesta demasiado.

Tercero: si ella no está para defender los intereses de las asociaciones en el Patronato, ¿para qué está? ¿Me lo puede explicar alguien? Ah, que después de año y medio todavía está “desentrañando los entresijos”. Pues sí que debe llevar tiempo hacer eso.

Cuarto: de aquellas demandas que tuvimos -y algunos, seguimos teniendo- sobre la necesidad de locales, centros de reunión, una Casa de Cultura… nada de nada, salvo eso del teléfono y el sofá que todavía no sé cómo interpretar. Quizá para ella sea suficiente, pero no estamos tan sobrados de espacios culturales en esta ciudad -hablo de locales de ensayo, salas de reuniones, despachos donde las AACC podamos guardar nuestro material y no tener que sacrificar trasteros y habitaciones particulares- como para solventar el tema con tamaña ligereza.

No existe ejemplo más gráfico del llamado “fuego amigo” que el testimonio que nos deja la señora Carreto, unas declaraciones que, al menos para un servidor, han caído como una bomba de racimo disparada desde nuestra retaguardia. Para los que colaboramos desde el asociacionismo solo veo un horizonte a corto plazo: seguir trabajando como siempre -a veces incluso desde varios colectivos, conjuntamente, en un mismo proyecto- sin esperar absolutamente nada de quienes, desde las instituciones -y los que les bailan el agua- , siguen mirando la cultura por encima del hombro, como algo meramente económico y residual organizado por cuatro amiguetes, una pérdida de tiempo digna de poca o nula atención. Pero mientras siga habiendo público que vaya al teatro, al cine, a escuchar poesía, a ver fotografías, a un concierto… sean cien, cien mil o solo cinco, ahí estaremos.

PD: no deja de sorprenderme tampoco que nuestra protagonista afirme que, en esta ciudad, le falte “un medio escrito que hable de cultura”. ¿Pero quién cree que le ha hecho la entrevista?

[*Carta abierta publicada, en Cultura En Guada, en su edición digital, el 20/12/2016. En las fotos, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: el Maratón de los Cuentos, la lucha por la reapertura del Teatro Moderno, la Linterna Mágica y el FESCIGU; cuatro ejemplos de lo que el asociacionismo cultural ha logrado en Guadalajara durante los últimos años.]

Un año ‘Moderno’

Hoy se cumple un año exacto de la reapertura del Teatro Moderno, esa por la que tantos vecinos y vecinas de Guadalajara luchamos durante treinta y dos meses y que un 3 de marzo de 2015 fue ‘reinaugurado’ a bombo y platillo por los mismos que lo cerraron y sus amiguetes.

A continuación reproduzco el manifiesto que desde la Asociación de Amigos del Moderno hemos hecho público con motivo de este ‘cumpleaños’, del que suscribo (literalmente) cada palabra y cada coma:

UN AÑO MODERNO

Imagínense la escena. Martes noche: decenas de personas salen de un bar y, apostados frente a una valla, empiezan a aplaudir de manera casi espontanea. ¿A quién? Por allí no hay nadie, salvo algún viandante ocasional que desde lo lejos observa la acción sin entender muy bien qué pasa. ¿A qué? Eso ya es más fácil de responder: a un edificio. A un teatro.

No hay que echarle imaginación sino tirar de recuerdos. Han pasado trescientos sesenta y seis días, pero todavía hay muchos Amigos y Amigas del Teatro Moderno que recordamos ese momento como si se hubiera producido hace tan solo unas horas. Como también recordamos a la policía vallando y custodiando el perímetro desde varias horas antes de comenzar la súperapertura ante el asombro, la estupefacción y el cabreo no solo nuestro, sino de algunos vecinos que veían cómo se les obligaba a dar un enorme rodeo para poder acceder a sus domicilios; o que ningún miembro de nuestra asociación pudiese asistir a la reinauguración, cuando los mismos políticos que cerraron o toleraron el cierre del teatro durante treinta y dos meses se guardaban medio aforo para amigos y palmeros.

Y nosotros, en la puñetera calle. Como tantas y tantas otras veces.

Ha pasado un año. Algo se ha mejorado. El Teatro Moderno está, efectivamente, abierto: durante este tiempo, hemos podido asistir al recuperado Festival de Narración Oral o a una función ‘galáctica’ de Comando Teatral, pasando por el ‘Little Red Riding Hood’ de Ultramarinos de Lucas, la presentación oficial del nuevo disco de Dr. Sapo o al ‘Día + Corto’ organizado por Cineclub Alcarreño y Contrapicado Films. Sí, es verdad, ya no tenemos que estar a la intemperie (haga frío, calor, llueva, truene o arrecie un vendaval) frente a las puertas de un teatro que era ‘nuestro’, de los ciudadanos, aunque algunos perros del hortelano lo consideraran ‘suyo’. Recuperar un edificio con un fin cultural siempre es bueno. Debemos celebrarlo.

Pero tampoco queremos que unos cuantos árboles nos impidan ver el bosque. Quizá hayamos recuperado el Moderno (con una programación que a veces va a bandazos o a golpe de improvisación, pero al menos ahí está), pero sigue faltando una verdadera estrategia integradora y dinamizadora de la cultura de Guadalajara. Tenemos muchas asociaciones y agrupaciones que hacen una labor encomiable de manera altruista, pero no hay nada que las aglutine; en una capital de provincia como la nuestra seguimos sin tener Casa de Cultura –una quimera que, sospechamos, no está en la mente de ningún político- o, algo más sencillo, una Semana Cultural que nos una y nos permita compartir, desde las asociaciones y desde el propio Ayuntamiento, nuestra labor con otras entidades y con nuestros propios vecinos.

A esto debemos unir algunos bochornosos episodios: la desaparición fulgurante de la Feria del Libro (el pasado año no hubo y nada indica que vaya a regresar en este 2016), la ausencia del alcalde en el pasado Maratón de los Cuentos (la primera vez en veinticuatro ediciones que el primer edil no inaugura la cita cultural más importante de la ciudad) o el desaire del regidor hacia la compañía alcarreña Ultramarinos de Lucas, que todavía están esperando a que desde el equipo de gobierno se les felicite formalmente por su Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud conseguido el pasado año, son solo algunos ejemplos.

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Festival de Narración Oral en el Moderno. Foto (C) Isra Calzado López

Habrá quien diga que somos unos protestones, que solo miramos la paja en el ojo ajeno, que solo queremos poner la puntilla en cuatro cosas malas y que no valoramos lo bueno. Nosotros nos preguntamos: ¿qué es lo bueno, en cuanto a Cultura, que se promueve desde el Ayuntamiento? Un año después de que los ciudadanos (no ellos) reabriéramos el Teatro Moderno, seguimos con la sensación de que el movimiento cultural orgánico sigue saliendo de los habitantes, de los colectivos de esta ciudad, pero no vemos proyectos participativos a iniciativa del Consistorio ni verdaderos apoyos institucionales más allá de las consabidas (y exiguas) subvenciones anuales.

2016 va a estar trufado de grandes efemérides culturales. Esperemos que sea también el año en el que todos nos sumemos activa y constructivamente, y no por intereses particulares, a la ‘moderna’ vida cultural de Guadalajara.

#yosoyamigodelModerno

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