Qué mal envejecen algunos (clásicos)

Hoy he descubierto uno de esos Clásicos del s. XX que en todas partes califican de imprescindible: Anatomía de un asesinato. Pero cual ha sido mi sorpresa al descubrir escena tras escena, secuencia tras secuencia, que la película de Otto Preminger se ha quedado completamente desfasada, anticuada, y muchas de las situaciones y diálogos que propone son, a día de hoy, poco menos que irrisorios. ¿A vosotr@s os pasa lo mismo? Haz click en la foto para leer el artículo completo.

El cineasta renegado de sí mismo

Pocos habrán olvidado la controversia suscitada en torno a la saga clásica de La Guerra de las Galaxias, y de como su creador y máximo responsable, George Lucas, hizo lo indecible por sustituir las películas originales por las ediciones especiales lanzadas veinticinco años después, plagadas éstas de retoques digitales de gusto cuando menos discutible; según su criterio, aquéllas no reunían los niveles de perfección que la trilogía merecía.

Pero este no fue el único caso: hoy día, hallar una copia original de su ópera prima es literalmente imposible. ¿Puede -debe- un cineasta modificar su propio legado cultural durante décadas? Como muestra, un botón: hoy, en nuestros Clásicos del s. XX, hablamos de THX 1138, tanto la original como su director’s cut. ¡Espero vuestras opiniones! 😉

¡Larga vida a la MAC!

Muchos eran los elementos que podían haber hecho que la MAC (Muestra Alcarreña de Cortometrajes) de este año fuese un completo desastre: el cambio de fechas -de la habitual proyección al aire libre veraniego a la fría y gris tarde-noche de noviembre- , la escasa publicidad y prácticamente nula presencia en los medios -debido, principalmente, a que la cita se anunción con muy pocos días de antelación- o el insólito número de cortos seleccionados -quince- que podían haber alargado el evento más allá de lo que las posaderas del espectador medio pueden aguantar en una butaca del centro San José.

Pero gracias al tesón de sus organizadores –Cineclub Alcarreño y CEFIHGU, con el patrocinio de la Diputación Provincial– , al buenrrollismo que siempre desprende Julián de la Fuente, a la ilusión conque los responsables de las cintas nos presentaban sus obras y, sobre todo, al calor de un público entregado a pasar una buena tarde de cine autóctono, la 9MAC funcionó con creces, a mi parecer muy enriquecida por la gran variedad de temáticas, formatos y géneros que conformaban el heterogéneo programa de este año.

En un lujoso prólogo abrió la velada Pedro Solís y su multipremiada -y genial- La Bruxa, el cortometraje de animación que hace unos meses nos hizo saltar del asiento cuando vimos a nuestro paisano recoger el Goya. Adela Burgos, que a pesar de su juventud es ya una veterana en este certamen -si la memoria no me falla, esta es su tercera participación consecutiva- , estrenaba Ni por esas, una particular visión sobre la crisis laboral actual. De la mano de Baidefeis Producciones, Patricia Atienza volvió a cosechar las más sonoras carcajadas de la platea con Far West Aceituna… un corto que no puedo juzgarlo objetivamente como se merece, al ser yo parte implicada en el proyecto, pero simplemente diré que, como aquella cerveza, donde va, triunfa.

Conrado Berlinches es otro de esos nombres que ya están íntimamente relacionados con la MAC -raro es el año en que no participa- ; en esta ocasión lo hizo con Me llamo Jesús, una muy estimulante pieza de humor negro. Claro que si su nombre es habitual, no digamos el de su protagonista… el simpar Jesús Chicharro fue uno de los protagonistas de la noche, ya que participaba en cinco de los trabajos de la muestra, nada menos que el 33 por ciento de ellas. ¡Ahí es nada! Acónito, la ópera prima de Alfredo Vicente, cerraba el primer bloque del certamen dejando una sensación ambigua en el respetable; y es que su película, que hace gala de una buena labor de producción y dirección artística, amén de una hermosísima banda sonora, se tambalea sobre un guión confuso y de torpe desarrollo.

Foto copyright 2011 Isra Calzado LópezMario Lizondo nos sorprendió con Looking for a home, un muy cuidado falso documental que sigue a un joven Bob Dylan metido de bruces en el siglo XXI. Como un rayo fue la propuesta de este año de Elvira Ongil; una cinta que parte de un planteamiento majete, pero que no termina de rematar y se queda casi en una anécdota. Y si alguien es capaz de echarle imaginación al asunto a pesar de tener un presupuesto cero ese es David Pedroviejo: su Reset, rodado con teléfono móvil y en apenas media docena de planos, fue una de las propuestas más simpáticas de la tarde-noche.

Sin duda, la propuesta más vibrante vino de la mano de Nacho Hidalgo, co-director de Toledo 11:45, una cinta repleta de acción con una agotadora persecución por las calles de la capital regional con un final inesperado. Carlos Gómez-Trigo sorprendió y emocionó por igual con la dramática, pero enternecedora, Ilusión, una de las propuestas, para mí, más estimulantes de todo el certamen gracias a su magnífica labor de producción, guión y dirección de actores.

Claro que para propuesta estimulante llegaba Tres minutitos, de Daniel Ramírez, divertidísimo cara a cara entre un anciano y la parca que viene a buscarle a casa. Descacharrante, divertidísimo… genial. Alberto Plaza quiso hacer una reflexión sobre la culpabilidad con No mires atrás, y aunque la propuesta era interesante, encontré que algo no terminaba de cuajar. No sé si serían los actores, o la puesta en escena, o la planificación… hubo también lugar para el género documental que invitaba a la reflexión, gracias a que Jorge Riendas y su equipo pusieron voz e imágenes a la impagable labor de los Payapeutas del hospital. Lástima que la realización me resultara un poco pobre, visualmente hablando.

Cerraron la velada otros dos trabajos que me resulta muy difícil comentar de manera objetiva: Sección 4.11, de mi querida Mariam Useros Barrero, y Alzheimer (Vivir una vida para olvidarla), cinta en la que fui productor y que dirige Jesús Alonso bajo el auspicio de Baidefeis. Simplemente diré, sobre el primero, que me sigue sorprendiendo como el primer día –os invito a que lo veáis y lo valoréis por vosotros mismos– ; y, sobre el segundo, que creo que es una obra necesaria y que, allá donde va, despierta sensibilidades en un tema tan delicado como este. Viendo la reacción en general de los espectadores, creo que la labor social de esta cinta es efectiva.

Viendo el resultado, un servidor espera de todo corazón que la Muestra llegue no sólo a la décima, sino a la undécima, duodécima, vigésima edición, y más. En los últimos años, Guadalajara se ha convertido en una ferviente cantera de cortometrajistas; la mejor prueba la hemos tenido ayer mismo, donde pudimos comprobar cómo había crecido cuantitativa y cualitativamente el número de obras participantes. Eso nos tiene que animar, a cineastas, instituciones y organizadores, a seguir alimentando esta fabulosa cita cinéfila provincial, un punto de encuentro ineludible para poder intercambiar experiencias e impresiones no sólo entre nosotros, sino también con un público que ha hecho de esta una cita más que arraigada en el panorama cultural anual alcarreño.

¡Larga vida a la MAC!