Hace tiempo que no escribo. Quizá porque me faltan horas al final del día entre proyecto y proyecto, o puede que porque haya perdido la inspiración -o más bien la motivación-. Más allá de unos breves tuits, no he puesto en negro sobre blanco mis impresiones sobre las últimas películas vistas -‘Los archivos del Pentágono’, ‘Perfectos desconocidos’, ‘La llamada’-, ni he analizado, como venía haciendo los últimos años en este blog, citas cinéfilas tan significativas como la tan cacareada última gran fiesta del cine español (sic).
Podría (debería) empezar a ponerme al día, pero todo esto se me queda en un segundo plano tras el anuncio el pasado viernes de que Cultura EnGuada echaba el cierre… al menos por el momento. Según la nota publicada en su web y redes sociales, han decidido abrir «un tiempo de paréntesis y de reflexión» sobre este proyecto que nació hace cinco años y medio, cesando, al menos por el momento, la publicación de nuevos contenidos.
Me atrevo a afirmar que estamos ante la peor noticia cultural del año -sí, aunque 2018 acabe de arrancar-. Este medio digital surgió como plataforma de emprendimiento de tres periodistas -luego quedaron dos- que, cosas de la reforma laboral y de la precarización de la prensa, se vieron en la calle prácticamente de un día para otro, y lo hicieron con dos señas de identidad que les han caracterizado durante todo este tiempo: su carácter monográfico -la cultura, las artes y las tradiciones son y han sido su estandarte- y su periodismo honesto, riguroso y veraz, con noticias y reportajes elaborados a fuego lento y en profundidad, en las antípodas del tristemente copiar+pegar de notas de prensa tan frecuente y habitual en la mayoría de medios.
Pero, sobre todo, CeG se ha labrado -y con razón- el cariño y la admiración no solo de colegas de profesión -que quizá veían en esta cabecera un oasis de libertad de expresión lejos de presiones de terceros que sí se dan muy habitualmente en los medios tradicionales-, sino de toda la gente que hace, ama, apoya y trabaja por la cultura en una ciudad y una provincia cuyas instituciones y organismos, en demasiadas ocasiones, miran con injustificada desconfianza a lo que no llega por la vía oficial, convirtiéndose, quizá sin pretenderlo -porque ésto debería ser lo habitual, y no lo excepcional-, en santo y seña de la prensa libre, sin coacciones políticas, sociales y/o comerciales que te sugieran tratar así o asá tal tema… o sencillamente, ignorarlo si puede resultar incómodo a aquellos que no debemos mencionar. Como ejemplo más evidente, su excepcional en incansable cobertura de todo lo acontecido alrededor del cierre y reapertura (política) del Teatro Moderno, así como de las actividades artístico-reivindicativas que se sucedieron durante los 32 meses de clausura del edificio. Si el teatro se salvó y reabrió por la acción de las y los Amigos del Moderno, también fue porque, mientras hubo quienes pasaron de puntillas -o simplemente prefirieron mirar hacia otra parte-, Cultura EnGuada estuvo ahí para contarlo.
Pero sobre todo, Elena y Rubén -cerebro, brazos, corazón y alma de la revista a partes iguales- han sido honrados no solo de puertas para afuera, sino también entre bambalinas. Cuando otros hubieran echado mano fácilmente de comunicados oficiales, fotos «que se encuentran en Google» o becarios gratis, ellos nunca caminaron por esa senda, y les costaba un mundo aceptar favores. A mí mismo me pedían que si por favor podían compartir tal o cual crítica cinematográfica lanzada en mi blog; al poco tiempo, decidí que lo mejor era mandárselas y publicarlas directamente en su medio. Yo mismo -y estoy seguro de que más gente también lo habrá hecho- les he ofrecido varios reportajes, de manera puntual, simplemente por el mero hecho de sentirme en parte -aunque solo fuese mínimamente- del que ya era el medio de referencia cultural en el erial mediático alcarreño.
Más allá de mis sentimientos personales, la pérdida de Cultura EnGuada supondría, sin ninguna duda, un varapalo tremendo en el ya de por sí gris panorama actual de la prensa y de la cultura alcarreña. Sí, colaboro y he colaborado con otros medios -y espero que no se tomen a mal mi afirmación tan rotunda-, así como debo respetar y respeto la decisión que tomen pasado este período de reflexión, dure el tiempo que dure. Pero si en ocasiones el corazón te dice una cosa y la cabeza otra, en ésta no tengo dudas y ambas miran con la misma convicción hacia un mismo horizonte: si perdemos Cultura EnGuada, si perdemos el referente de libertad y expresión cultural que se ha convertido en un salvavidas en muchos momentos durante este último lustro, viviremos en un sitio un poquito más triste.
Con cariño y admiración… hasta luego, Rubén y Elena 😉