Los pantalones de Tarzán

Contaba mi abuelo Joaquín que, hace no tanto tiempo, cada vez que traían una de ‘Tarzán’ a los cines el gobierno franquista obligaba a los propietarios de las salas a pintarle unos pantalones al protagonista en carteles y anuncios, supongo que porque al dictador le parecería ofensivo lucir a Johnny Weissmüller en taparrabos por toda la Gran Vía madrileña. Visto lo que ha pasado estos días con mi amigo Javier Domínguez ‘Jadoga’ y su foto para el cartel de la Feria del Libro de Zamora, casi diría que no estamos en 2017, sino que estamos regresando por un agujero de gusano a esos tiempos en que, al menos en la calle, el héroe de la jungla debía llevar unos jeans.

El cartel de la polémica. Ver para creer.

Esta imagen fotográfica, en la que podemos ver entre otros elementos a una modelo sin ropa y de espaldas, ha sido tachada por parte de cierto partido -y no precisamente uno que a priori pudiera considerarse carca, rancio o casposo, sino de los que enarbolan la bandera de la autodenominada nueva política– como «alegoría sexista de la lectura, que utiliza los estereotipos publicitarios del cuerpo de la mujer como mero objeto publicitario» (sic), en una nota que, difundida a través del mentidero digital de correveidiles 2.0, se ha amplificado exponencialmente con los insultos y descalificaciones de ciertas personas -o personajillos- en busca de una falsa notoriedad añadiendo otros calificativos como «denigrante» u «ofensivo» hacia las mujeres.

Eso, supongo, porque se ve un culo.

Por mis palabras, habréis deducido que no estoy en absoluto de acuerdo con estas afirmaciones. Y es que, ante expresiones gruesas de este calado -y otras que no pienso reproducir- que me he ido encontrando, uno tiene que intentar tener un criterio claro, conocer el fondo del asunto así como a los principales implicados y separar el grano de la paja. Desde un punto de vista subjetivo, la foto en cuestión puede o no conectar con quien la ve, y cada uno decidirá si es acertada para el objetivo que se busca -en este caso, fomentar la lectura y promocionar un evento cultural y literario- . Ese podría ser un debate, siempre desde el respeto que se merecen tanto la obra como, principalmente, el autor. Ahora, ¿eso es de lo que se está hablando -algunos, de manera más altisonante que otros- en las redes? No. La polémica surge sobre epítetos que ya he marcado antes: «sexista», «denigrante» y «ofensivo». ¿De verdad hay quien pueda ver algo ofensivo en un desnudo femenino dentro de una obra artística?

Y todo esto, insisto, por un culo.

Hasta tal punto ha llegado este kafkiano episodio que, como digo, no solo ha saltado a la palestra de la prensa nacional, sino que incluso algún líder político ha decidido dar su opinión sin que nadie le pregunte y, desde luego, sin molestarse en saber las razones o argumentos del autor para realizar una obra aparentemente tan infame. Yo sí tengo esa suerte, y os aseguro que he conocido pocos tipos tan íntegros, respetuosos y humildes en este gremio, de esos que nunca levanta una palabra más que otra y que todo lo que dice y hace lo tiene muy pautado, muy razonado. «El cuerpo desnudo», ha dicho públicamente a través de Facebook, «pretendo que refleje al ser humano libre de ataduras / modas / tendencias… El libro, el de la espalda, las alas que nos confiere la cultura – tan escasa en nuestro entorno – el conocimiento… y que nos permite ser libres en un mundo que pretende encorsetarnos y someternos a lo que la mayoría considera políticamente correcto. No busco lo sexual / lo morboso / lo sexy […]»

Menudo lío se ha montado… por un culo.

Un culo, amigos y amigas. Una parte de la anatomía que compartimos hombres y mujeres y que, además, aparece pudorosamente semitapado por las manos de la modelo. Todo este revuelo por un culete, nalga, pompis, posadera, trasero, pandero o cualquier otro sinónimo que se os pueda ocurrir o que encontremos en el diccionario de la RAE. Algo tan normal y tan natural en el arte clásico pero que, ateniéndonos solo a las caldeadas palabras del sector ofendido, dan ganas de tapar con pudorosas telas o litros de Titanlux en nuestros museos. ¡Cubramos al David de Miguel Ángel! ¡Vistamos a ‘La maja desnuda’ de Goya!

Afirman sin ningún rubor se está «cosificando» e «instrumentalizando» el cuerpo de una mujer con un fin económico y publicitario. Curioso, estos adalides inquisitoriales de la dignidad y la moral, al querer dinamitar la obra en cuestión -pero sin faltarle al autor, dicen ahora: a mí, que me lo expliquen-, han conseguido precisamente lo contrario que buscaban: que un trabajo que quizá hubiera pasado con cierta discreción -¿qué difusión suele tener, a nivel estatal, el cartel de la Feria del Libro de Zamora?- haya sido conocido en todo el territorio nacional, donde, como dice Jadoga, «en pleno siglo XXI, quedarse simplemente en este nivel de lectura / interpretación del mensaje de la obra, me resulta preocupante…»

Tarzán, ponte pantalones que te la lían.

En un magnífico artículo de Javier Benegas y Juan M. Blanco titulado ‘¿Y si Clint Eastwood tuviera razón?’, se afirma: «La corrección política es incongruente, cae por su propio peso. Dado que no todo el mundo opina igual ni posee la misma sensibilidad, no es posible separar con rigor lo que es ofensivo de lo que no lo es, establecer una frontera objetiva entre lo políticamente correcto y lo incorrecto. Hay personas que no se ofenden nunca; otras, sin embargo, tienen la sensibilidad a flor de piel. La ofensa no está en el emisor sino en el receptor, Así, en la práctica, es la autoridad quien acaba dictaminando lo que es políticamente correcto y lo que no. Y lo hace, naturalmente, a favor del establishment y de los grupos de presión mejor organizados. La corrección política es una forma de censura, un intento de suprimir cualquier oposición al sistema. Y es además ineficaz para afrontar las cuestiones que pretende resolver: la injusticia, la discriminación, la maldad. No es más que un recurso típico de mentes superficiales que, ante la dificultad de abordar los problemas, la fatiga que implica transformar el mundo, optan por cambiar simplemente las palabras, por sustituir el cambio real por el lingüístico.»

Bien deberíamos empezar todos a aplicarnos estas palabras y a madurar de una vez como sociedad, en la que en vez de avanzar, mentalmente estamos retrocediendo a tiempos más oscuros e intolerantes.

PD: Mierda. Acabo de recordar que, en su último remake hollywoodiense, Tarzán ya lleva pantalones…

Mi blog en 2016: A mis visitantes les gustan los clásicos

La pandilla, revisando las estadísticas del blog.

Tras el resumen con lo más destacable de 2016 en cine, teatro, televisión y cortometrajes, es momento ahora de dar una vueltecita por las estadísticas de este pequeña y humilde web personal, desde donde comparto con todo el mundo tanto mis trabajos audiovisuales y fotográficos como críticas cinematográficas y diversos artículos, casi siempre relacionados con la séptima de las artes.

Tiene tan poco recorrido este blog -al menos, no lo mantengo con la intención de recibir millones de visitas- que me sigue sorprendiendo que el post dedicado a la Trilogía del Caballero Oscuro de Nolan, y que publiqué hace más de cuatro años coincidiendo con el estreno de la última cinta protagonizada por Christian Bale, no solo dispare las cifras cada vez que se repone una peli del hombre murciélago en la tele; es que, solamente en 2016, ha sido clicado nada menos que 26.210 veces, lo que lo convierte no solo en mi publicación más exitosa de todos los tiempos, sino que, sin pretenderlo, se ha colocado en la primera referencia en Google.

Los artículos clásicos siguen siendo los que más curiosean mis followers -habituales y ocasionales- ; ‘Guía para no perderse por el planeta de los simios’ (3.139 visitas), ‘Rocky: 1976-2006’ (690), ‘Del octavo pasajero a la resurrección imposible’ (605), ‘Los Goonies’ (261), ‘Indiana Jones: el último gran héroe clásico’ (158)… por ahí se nos cuela mi página de inicio (882), lo que me indica que la mayoría de artículos se indexan desde diversos buscadores. Hay que bajar a la undécima posición para encontrar un post de este 2016, aquella encuesta en busca de los mejores cortos del s.XXI que, a pesar de recibir 143 visitas, apenas tuvo participación activa. Le siguen: ‘Valdeluz, los trolls y el bibliotecario’ (139), mi muy subjetivo balance final del FESCIGU 2016 (126), mi crítica de la temible ‘Batman v Superman: El amanecer de la justicia’ (112) y mi valoración sobre la Semana Nacional de la Fotografía en Guadalajara (93).

¿Qué será lo más visto y leído en este sitio durante 2017? Dentro de un año, día arriba, día abajo, saldremos de dudas.

El Corto de la Semana: ‘Rubita’

Quería haberos propuesto este Corto de la Semana como colofón a la Semana Nacional de la Fotografía, pero por agotamiento, despiste y otra serie de catastróficas desdichas se me traspapeló entre los borradores de este blog.

Sin embargo, nunca es tarde si la dicha es buena. ‘Rubita’ (Jota Linares, 2014) no solo disecciona sutilmente una descarnada lucha de egos entre modelo y fotógrafo -que va in crescendo durante sus dieciséis minutos de duración- , también lanza un guiño hacia uno de los iconos más reconocibles del cine y de la cultura pop del siglo XX.

Impresionante duelo interpretativo entre dos estupendas y conocidas actrices como son Maggie Civantos y Marta Hazas.

Cómo sobreviví a la Semana Nacional de la Fotografía

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En el escenario del Buero al comienzo de la Gala. Foto (C) Jadoga Photo-Art.

Ha pasado un año entero desde que Juan Ramón Velasco, presidente de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, regresó del XXIX Congreso Nacional de Fotografía CEF en Antequera con las orejas gachas y un mensaje lacónico en las formas pero ilusionante en el fondo: «Nos han hecho la encerrona y el año que viene nos toca organizarlo a nosotros». Confieso que él y yo, unos días antes, ya habíamos especulado con esa posibilidad; pero esta Junta Directiva no llevaba ni un año en el cargo, y parecía muy precipitado. Sin embargo, algunos cogimos la noticia con entusiasmo: el encargo coincidiría con el 60º aniversario de la af/G. Debíamos organizar algo grande. Y a ello nos pusimos.

En febrero de 2016 se convocó a una primera reunión a los socios, para que se presentasen voluntarios para una labor que tendría su meollo pasado el verano y las fiestas patronales: el Congreso se desarrollaría en el primer fin de semana pasado el puente de Todos los Santos -sin actividades culturales de renombre durante esas fechas con las que pudiéramos hacer contraprogramación- y nos habíamos propuesto ampliar los habituales dos días y medio de almuerzos, reuniones, asambleas y gala de premios a toda una semana de actividades. Una Semana Nacional de la Fotografía, nada menos. Palabras mayores.

Los meses previos a las vacaciones estivales fueron un goteo de reuniones con administraciones públicas -viaje express a Toledo incluido- , borradores de programa, diseño de web y redes sociales creadas ex-profeso para este acontecimiento, contactar con artistas para la gala, baile de presupuestos, desarrollo de contenidos para un Boletín especial, negociación con hoteles y restaurantes… y, tras el parón de agosto, organización de grupos de trabajo, preparación y montaje de exposiciones, coordinación de invitados y acreditaciones, gestión de espacios y horarios -algunos, sin confirmar hasta apenas unos días antes- , trajín de llamadas telefónicas de protocolo, preparativos técnicos, supervisión de medallas y diplomas a entregar, montajes de audiovisuales, guion y cálculo de invitaciones para la Gala…

De pronto, una avalancha con muchos frentes y muy pocos días para cerrarlo todo, incluso cuando la Semana ya estaba en marcha. Disculpad si lo que voy a decir suena a falta de modestia, pero salvo dos o tres casos, no conozco a nadie que haya sacrificado tantas horas de sueño como yo para sacar esto adelante. Como ejemplo, un botón: solo he podido disfrutar de dos de las catorce actividades que componían la Semana como simple y mero espectador. De hecho, en el momento de publicar estas líneas, aún no he podido ver ninguna de las cinco exposiciones inauguradas y que tenemos en marcha -¡y en dos de ellas, expongo foto!- .

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Con la Junta Directiva de la CEF. Foto (C) Isma Granizo.

Pero este no es un post de reproche. Todo lo contrario. Solo tengo palabras de agradecimiento. Agradecimiento para todos los que han echado horas, ganas, entusiasmo, esfuerzo y trabajo, empezando por Mariam Useros -la pobre ha dormido tan poco como yo, a veces simplemente por pura solidaridad- y terminando por todos y cada uno de los voluntarios que han colaborado desinteresadamente en esta ardua labor. Ya sé que lo políticamente correcto es no nombrar para no excluir a nadie: me lo aplicaré en tanto en cuanto me refiera a compañeros y compañeras de af/G -no os nombro aquí uno por uno, pero sabéis, porque os lo he reconocido personalmente, lo mucho que os agradezco el currazo que os habéis metido entre pecho y espalda- , pero debo incluir en esta lista a Pili Sancho, nuestra regidora al rescate, que vino a dirigir la Gala entre bambalinas simplemente por una cuestión de amistad; a mi querida media naranja fílmica Mónica Gallo, a quien dejé colgada al comienzo de la gala -en ese ya mítico momento «me he quedado en blanco, cielos, dónde estamos que me he perdido en mi propio guion» sobre el escenario del Buero- pero que siempre está ahí, a las duras y a las maduras; a Sandra Sardi y Marta Marco, dos artistazas increíbles que se ganaron a todo el público con su talento y carisma; y a los chicos de la Asociación Ritmo Musical, por quienes aposté prácticamente a ciegas y cuyos números de baile nos entusiasmaron a todos.

Este es el quid de la cuestión. ¿Cómo se sobrevive a un titánico sarao cultural de seis días que cuenta con cinco exposiciones fotográficas, una mesa redonda, dos master-classes, una asamblea, tres visitas guiadas, un cinefórum y una Gala Nacional con más de cien participantes inscritos más público en general? Con el apoyo de todo un equipo y un sinfin de colaboradores que reman todos juntos con una camaradería y un buenrollismo dignos de aplauso. Esta Semana podía haber sido un auténtico cataclismo para la Agrupación, y, sin embargo, creo que se recordará como uno de los eventos más bonitos y mejor organizados que jamás se hayan hecho en la historia de la af/G. Me llevo eso, así como tanta gente nueva a la que he conocido estos días y el reencuentro con viejos amigos de la CEF a los que hacía tiempo que no veía.

Eso sí: no me meten en otra de estas ni loco.  Una y no más, Santo Tomás. Que, como decía el teniente Murtaugh de ‘Arma letal’, «soy demasiado viejo para esta m…»

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Foto de familia frente al Infantado. Foto (C) Montse Suárez.