No me creo que lleve ya un lustro de voluntario en el Maratón de los Cuentos de Guadalajara. Este año me lo tomé con más calma: solo tareas de fotografía y a pequeñas dosis, ya que el intensísimo calor que nos atizó con ganas durante los tres días me dejó K.O. a la caída de la tarde de la primera jornada con una insolación de campeonato.
Aún así, llegué a tomar y procesar alrededor de mil fotografías: la que veis en este post -con la Chica Charcos dándolo todo en el escenario de los narradores inauditos- estará expuesta, junto con las tomadas por otros treinta y tres compañeros de la Agrupación Fotográfica, en la Biblioteca de Dávalos hasta el 30 de noviembre, un buen mogollón las podéis encontrar en la galería virtual del Maratón Fotográfico af/G y, si no tenéis tanta paciencia, en este enlace encontraréis una pequeña selección con las que creo que más chulas me han salido.
La Legión 501, espectacular como siempre, abrió el concurso de cosplay. Foto (C) Isra Calzado López
El pasado fin de semana Mariam y yo decidimos hacernos una escapadita a Oviedo para asistir, casi de improviso, a un evento que no conocíamos pero que nos llamaba mucho la atención: la CometCon’17, una multitudinaria feria donde gamers, cosplayers, youtubers -siento tanto anglicismo, es lo que hay- y demás aficionados y curiosos de la fantasía y la ciencia-ficción se darían cita durante tres días para compartir interminables horas de juegos on-line, conferencias, demostraciones e incluso cuentacuentos y exposiciones. No tenía mala pinta, el escenario era a priori bastante espectacular -el muy controvertido Palacio de Congresos diseñado por Calatrava y plantado, como aquél que dice, en pleno centro de la Vetusta galdosiana-, este era el cuarto año que se celebraba -lo que siembre presupone un cierto bagaje y experiencia de quienes lo convocan- y esperábamos horas de escapismo, diversión, buen rollo y poder hacer algunas fotos curiosas.
Haciendo nuevos amigos.
Solo por esta conferencia ya mereció la pena el viaje.
Mariam iniciándose en el softcombat.
Sin embargo, tras dos jornadas y casi 16 horas de feria, lo cierto es que volvimos con la sensación de que CometCon tiene un potencial enorme y unas posibilidades casi ilimitadas: gran recinto, interminables propuestas de ocio, gente magnífica y muy participativa -lo mejor, las personas y asociaciones que conocimos en varios stands-, charlas interesantes -solo por asistir al encuentro con la escritora Victoria Vázquez, mereció la pena el viaje-, implicación municipal… todo muy positivo si no fuera porque el evento estuvo empañado por una organización descoordinada y con muy poco personal, con una falta de comunicación interna ciertamente alarmante. Caos con las entradas, retrasos injustificados, fallos técnicos que denotan falta de ensayos o de preparación, gestión incorrecta -a mi parecer- de los escasos recursos humanos, indicaciones contradicciones entre los propios organizadores… Si vísteis alguno de mis tuits de aquellos días o incluso echáis un vistazo al Facebook oficial, os encontraríais una buena cantidad de quejas, protestas y reclamaciones que les llegaron de manera constante, la inmensa mayoría completamente justificadas.
Una lástima, porque nos fuimos con la sensación de que les había venido muy grande y se les había escapado de las manos. Me tiene que pillar de muy buen humor para animarme a repetir el año que viene. Una pena.
Hace unos meses, Bob Yareham, de la asociación sin ánimo de lucro España de Cine -y autor del libro ‘Movies Made in Spain’- se puso en contacto conmigo para darme a conocer unas jornadas que iban a llevar a cabo en el Parador Nacional de Sigüenza donde se debatirían ideas, propuestas y posibles proyectos para lanzar Guadalajara como una provincia con un potencial enorme como destino turístico, cultural y cinematográfico. Lo que son las cosas, lo que empezó como una amable invitación para asistir como un espectador anónimo, al poco tiempo se convirtió en un ofrecimiento para participar activamente como uno de los ponentes de la convocatoria. Y a mí, que me va la marcha -ya lo sabéis- , me fue imposible decir que no.
Stanley Kubrick: rodaje de ‘Espartaco’ (1960)
Miguel Picazo y los actores de ‘La tía Tula’ (1963)
Orson Welles y Jeanne Moreau, ‘Una historia inmortal’ (1968)
‘Las troyanas’, 1971
Marlon Brando, ‘Cristóbal Colón: El descubrimiento’ (1992)
Rodaje de ‘El patio de mi cárcel’ (2008)
‘El tiempo entre costuras’ (2013)
Tras varias semanas buceando en internet y otras fuentes, me preparé no poco material audiovisual con el que poder hacer un recorrido cronológico, aunque fuese de puntillas, lo suficientemente interesante como para no aburrir al personal -me tocaba dar la primera conferencia, nada menos que a las soporíferas cuatro de la tarde- : y así, empezando por Marlon Brando vestido de Torquemada en ‘Cristóbal Colón: El descubrimiento’ (John Glen, 1992), que era lo que el escenario me pedía, ilustré mi charla con decenas de fotos, carteles, secuencias y algún qué otro making of con el que comentar algunos de los cientos de rodajes que desde hace casi un siglo ha albergado algún punto, por remoto que sea, de la provincia de Guadalajara: desde ‘Agustina de Aragón’ (Florián Rey, 1928), en la misma Sigüenza, hasta el más reciente ‘Juego de Tronos’ (TV, 2016) en el Castillo de Zafra (Campillo de Dueñas), pasando por ‘Espartaco’ (Stanley Kubrick, 1960) en Iriépal y Taracena; ‘La tía Tula’ (Miguel Picazo, 1966) y ‘Una historia inmortal’ (Orson Welles, 1968) en Brihuega; o las múltiples filmaciones que han tenido como escenario principal la cárcel de Guadalajara o el Fuerte de San Francisco, ambos en la capital alcarreña.
El resto de ponencias fueron impartidas por Carlos M. Montero, director de Naturalvia, que habló de las sinergias que habría que estudiar y potenciar turísticamente entre los diferentes sectores con el cine como catalizador; el ya nombrado Bob Yareham, que nos mostró los aciertos, errores y olvidos que se producen en distintos lugares de toda España a la hora de mostrar y explotar los escenarios naturales de cine; Isidro Tenorio, de Tourisfilm, desgranó las simbiosis entre la hostelería y el Séptimo Arte, poniendo el foco en los hoteles de cine, los hoteles con cine y los hoteles tematizados de cine; cerró la velada Sergio García, de la Asociación Cultural Sad Hill, una entidad que trabaja por la recuperación y la reivindicación de los escenarios naturales de la película ‘El bueno, el feo y el malo’ (Sergio Leone, 1966) rodados en la provincia de Burgos, como ejemplo de labor cultural y de difusión desde el asociacionismo.
Foto institucional
Isra Calzado López
Carlos M. Montero
Bob Yareham
Isidro Tenorio
Sergio García
Todas las fotos de la jornada (C) MausbaFoto.com
Particularmente, disfruté como un enano de toda la jornada. Quizá eché de menos haber compartido más tiempo de tertulia con mis compañeros tras las ponencias -prácticamente todos nos veíamos obligados a coger carretera de regreso hacia diferentes destinos- , aunque ya antes habíamos compartido una estupenda sobremesa; y también me faltó más apoyo y presencia tanto de instituciones como de posible público. Pero quizá este haya sido un pequeño y modesto paso hacia un objetivo más ambicioso, lejano pero no inalcanzable, para poco a poco ir logrando que Guadalajara, al igual que ya se viene haciendo desde hace unos años en Asturias o Almería, empiece a estudiar seriamente las infinitas posibilidades que tiene como destino turístico de cine pero también como escenario natural inmejorable para las grabaciones de series y películas, más allá de las puntuales y efímeras ocurrencias de algunos políticos que, como se dijo, lanzan el cohete sin un proyecto riguroso a medio y largo plazo detrás y sin contar con los profesionales autóctonos.
Quería haberos propuesto este Corto de la Semana como colofón a la Semana Nacional de la Fotografía, pero por agotamiento, despiste y otra serie de catastróficas desdichas se me traspapeló entre los borradores de este blog.
Sin embargo, nunca es tarde si la dicha es buena. ‘Rubita’ (Jota Linares, 2014) no solo disecciona sutilmente una descarnada lucha de egos entre modelo y fotógrafo -que va in crescendo durante sus dieciséis minutos de duración- , también lanza un guiño hacia uno de los iconos más reconocibles del cine y de la cultura pop del siglo XX.
Impresionante duelo interpretativo entre dos estupendas y conocidas actrices como son Maggie Civantos y Marta Hazas.