Pues sí: ya ha pasado más de un año desde que aquel fenómeno seriéfilo-nostálgico ochentero llamado ‘Stranger Things’ diera un vuelco a nuestras vidas. ¿Exagero? Que yo recuerde, fue una de las primeras series Netflix que logró pegar a millones de espectadores al televisor ávidos por devorar un capítulo tras otro de aquella primera temporada lanzada al completo -¡se acabó el esperar semana tras semana a la emisión del siguiente episodio!-, dio a conocer la cadena de streaming a otro buen número que hasta entonces jamás había oído hablar de ella y trascendió más allá del ente catódico para convertirse en tema imprescindible de conversación en la oficina, con los colegas, con la familia… Twitter echaba humo, por cierto.
Con una fórmula muy inteligente y muy eficaz, los -hasta entonces desconocidos- hermanos Matt y Ross Duffer tiraron de nostalgia y espíritu goonie para hacernos revivir a toda una generación cuya educación cinéfilo-sentimental se había cimentado en fantasías de la casa Amblin con improbables pero fantásticas aventuras juveniles que sembraron en nuestra imaginación la posibilidad de que nuestro barrio anodino y gris se convirtiera en escenario de una invasión alienígena, fuese atacado por monstruos o escondiese bajo sus alcantarillas un olvidado tesoro pirata. Un complot ultrasecreto del gobierno, una niña con superpoderes, criaturas de la dimensión desconocida y una mezcla de jóvenes talentos con recuperados iconos de aquella época, hoy en el papel de adultos –Winona Ryder, Matthew Modine– hicieron el resto.
Muchos esperábamos con gran expectación esta segunda temporada, y el resultado, aunque quizá no sea absolutamente redondo, es notablemente satisfactorio. ‘Stranger Things 2’ expande con astucia los universos ya creados, dando respuesta a algunas incógnitas -¿qué había sido de Eleven, sin duda el personaje más potente de todo el repertorio?- para plantear nuevos caminos, nuevas ramificaciones, en una trama quizá algo menos compleja -la base ya está afianzada, poco hay que explicar ya- pero, sorprendentemente, mucho más oscura y violenta que hace que por momentos nos preguntemos si hace treinta años nuestros padres nos hubieran dejado verla.
Eleven (Millie Bobby Brown), Joyce (Ryder), Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo), Lucas (Caleb McLaughlin), Will (Noah Schnapp), el jefe Hopper (David Harbour)… no falta nadie de los habituales en esta secuela. Algunos claramente para cerrar heridas pasadas -y contentar a los fans: Nancy (Natalia Dyer) y Jonathan (Charlie Heaton) no tienen mayor cometido que, ahora sí, “hacer justicia por Barb”-, y otros han evolucionado de manera sorprendente y gratificante -Steve (Joe Keerry) ha pasado de ser un cliché macarrilla de instituto a madurar antes que nadie, Nancy incluida-. ¿Y los nuevos? Al -ahora enorme- ex-goonie Sean Astin le ha caído el que seguramente sea el papel más bonachón de toda la serie, mientras que Paul Reiser intenta resarcirse de su recordado -y odioso- burócrata chupatintas de ‘Aliens, el regreso’; entre los menos conocidos, cara y cruz, ya que si Max (Sadie Sink) se revela como un pivote interesante en la (in)estabilidad del grupo -y no porque ella quiera: ya se sabe, una chica en una pandilla de chicos, cizaña casi segura-, sobre su hermano en la pantalla Bill (Dacre Montgomery) se cargan tintas de manera excesiva, hasta hacerlo insoportablemente odioso… espero que a Kali (Linnea Berthelsen), la hermana perdida, la recuperen más pronto que tarde: aún se le puede sacar mucho partido.
Es verdad que se repiten algunos lugares comunes -la casa Byers, el instituto, el laboratorio-, que por momentos la ambientación abusa en exceso del tocadiscos y de reconocibles éxitos del momento -de Queen a Police, pasando por Metallica, Donna Summer, Bon Jovi o Cyndi Lauper, entre otros- y que el conjunto desprende cierto aroma a déjà vu, no tanto con la época que pretende homenajear -ya, sin tapujo alguno: ahí están esos cazafantasmas de Halloween- como a lo ya contado en la temporada predecesora.
De momento, a mí, las aventuras de estos chicos me siguen enganchando. Las ya anunciadas -según IMdb.com- tercera y cuarta -y probablemente última- temporadas quizá no se hagan tanto de rogar: cuando los críos peguen el estirón, estas cosicas raras tocarán a su fin. Disfrutemos mientas aún dure la magia.