Han tenido que pasar cuatro años para que Oriol Paulo vuelva a ponerse detrás de una cámara cinematográfica. Demasiado tiempo, a mi entender, después de una muy estimulante ópera prima –‘El cuerpo’ (2012)- para traernos una historia que, en gran medida, está hermanada con aquella…
Suelo comentar poco las series de televisión porque, aunque veo algunas, no las suelo seguir al momento: salvo en el caso de la sobresaliente ‘El Ministerio del Tiempo‘ -cuya cita puntual de cada lunes no me perdía ni por causas de fuerza mayor- , soy de los que las que las ven con notable retraso, reenganchándose cuando ya tengo varias temporadas acumuladas, sin hacer caso de modas, corrientes o simples cruces de opiniones en las redes sociales. Pero esta cadencia se ha roto con ‘Stranger Things’ por dos motivos fundamentales: la posibilidad de poder ver toda la primera temporada de una sentada –Netflix ha subido de manera íntegra los ocho episodios que la componen- y por la esencia retro ochentera que desprendía su muy llamativo tráiler.
Sobre lo primero, debo decir que me parece todo un acierto la filosofía de la cadena on-demand: no os podéis imaginar la de series de las que me he desenganchado por los continuos cambios de programación, casi siempre sin avisar, que suelen perpetrar las cadenas generalistas. En cuanto a lo segundo, debo confesar que esta historia creada por los hermanos Matt y Ross Duffer -cuyo único currículum eran un par de cortos y un largo de terror inédito en España- me ha embaucado de principio a fin gracias a su excelente ambientación, a sus estupendos guiños pop y al magnífico trabajo de sus actores.
‘Stranger Things’ nos relata la (ya clásica) historia de terror, misterio y suspense, ambientada en 1983, en un pequeño núcleo rural donde nunca pasa nada hasta que ciertas extrañas desapariciones empiezan a sembrar la inquietud entre sus habitantes. A partir de aquí, los Duffer integran, en un guion eficaz, los ingredientes habituales de aquellas películas de videoclub con las que crecimos toda una generación: pandilla protagonista en bicicleta, conflictos de instituto, complicadas relaciones entre padres e hijos -familias aparentemente normales y felices pero ciertamente distanciadas en su seno- , música pop-rock y sintetizadores, conspiraciones gubernamentales, fenómenos inexplicables, tirachinas, walkie-talkies, juegos de rol, ciencia-ficción… todo un recorrido felizmente nostálgico que va desde Spielberg y Amblin -las comparaciones con ‘E.T.’, ‘Poltergeist’ o ‘Los Goonies‘ resultan más que evidentes- a los juegos de ‘Dragones y mazmorras’, pasando por los relatos de Stephen King -y no solo de terror: es imposible no acordarse de ‘Cuenta conmigo’- , las criaturas de H.P. Lovecraft, ‘El Señor de los Anillos’ de Tolkien como sanctasanctórum literario, e incluso toma prestados elementos del ‘Aliens‘ de James Cameron. El gran mérito de esta serie, al menos en su primera temporada -aunque resulta bastante autoconclusiva, me sorprendería que no hubiera más- , es no limitarse a querer imitar aquellas cintas -qué facil hubiese sido caer en el plagio o en la autocomplacencia melancólica- y utilizar todos estos ingredientes como argamasa integradora dentro de una trama que puede no ser completamente redonda, pero que sin duda engancha desde el primer capítulo.
Mención aparte merece el elenco, capaz de dotar de los mejores momentos al espectáculo: si bien los críos trabajan estupendamente y los secundarios resultan de lo más eficaces -un aplauso para la directora de cásting, por favor- , lo de Winona Ryder, espléndida, es toda una recuperación definitiva, olvidando sus erráticos altibajos de las últimas dos décadas, y definir a la joven Millie Bobby Brown (12 años) como descubrimiento sería quedarse muy, muy cortos.
Lo dicho: si creciste con esas incomparables, imaginativas e imperfectas obras de cine juvenil que tanto nos marcaron a los que hoy somos (muy) treintañeros, no dejes pasar esta brillante y sugerente propuesta que, no por casualidad, se está convirtiendo en todo un fenómeno, y que consigue ir bastante más lejos que aquel llamativo, pero hoy casi olvidado, ‘Super 8‘ de J.J. Abrams.
Como ya es sabido, repite Anthony Hopkis pero faltan Jodie Foster y el director Jonathan Demme, que fueron sustituidos por Juliane Moore y Ridley Scott, respectivamente; pero el film guarda otras muchas sorpresas y curiosidades, quizá no de todos conocidas, que he recopilado en este reportaje especial para eCartelera.com.
46º Festival Internacional de Cine de Berlín, 1996. Un joven debutante sin ninguna experiencia profesional de ningún tipo a sus espaldas y sin haber finalizado sus estudios académicos de Imagen presentaba fuera de concurso, en la sección Panorama, su primer largometraje: Tesis. Ambientada en ambientes universitarios, la película nos hablaba de violencia audiovisual, crímenes y conspiraciones: un contenido thriller (género poco habitual en el cine español) de precisión milimétrica que traía bajo el brazo un término poco conocido: snuff.