Tras un año plagado de éxitos -gracias, sobre todo, a la gran acogida que ha tenido en el circuito CortoEspaña y al Premio Requetecortos del XII FESCIGU– , ya está en la red, para disfrute y regocijo de tod@s, Fired on call, el último cortometraje hasta la fecha firmado por el tándem Álvaro Moro & Óscar Cavaller.
Un trabajo que escogí entre los 10 mejores cortos de 2014 y del que ya escribí un post en este mismo blog, hace ya varios meses, cuando los directores me permitieron verlo en primicia vía on-line. Atención a la buena labor de los dos protagonistas –Rodrigo Posión y Ramón Esquinas– y al mensaje satírico y tragicómico que se esconde detrás de sus espectaculares coreografías y eficaces efectos especiales.
De manera completamente subjetiva, y antes de hacer balance de los mejores y peores largometrajes estrenados en nuestro país durante este año que termina, quiero compartir con vosotr@s los que me han parecido cortos más destacables de 2014, descubiertos en certamenes como el FESCIGU y o el FEC Villamayor, o bien por las redes sociales.
La mayoría de ellos no están (aún) en este blog como ‘Cortos de la Semana’, ya que, al estar en pleno circuito festivalero, no se encuentran disponibles en páginas como YouTube o Vimeo. Otros, sin embargo, sí podéis verlos a través de festivales on-line como Notodofilmfest o FIBABC.
Acabo de tener un sueño, de Javier Navarro Montero: inexplicablemente fuera de la Sección Oficial del FESCIGU 2014, esta breve, sencilla y a la vez hermosísima pieza pone al espectador, a través de los ojos de dos niñas de opuestas clases sociales, frente a sus propios prejuicios. [ver corto en FIBABC].
Bikini, de Óscar Bernàcer: de no haber existido Cuerdas, probablemente esta cinta se hubiera llevado el Premio del Público del último FESCIGU; esta sátira berlanguiana, rocambolesca y sorprendente verosímil, firmada por el director de la también muy aclamada Desayuno con diadema (2012), es una de las películas más redondas y divertidas del año. Triunfa por donde pasa, y no me extraña. [ver teaser].
Pelucas, de José Manuel Serrano Cueto: otro corto que pensé que sería un fijo en el FESCIGU y que ni siquiera entró en secciones paralelas. Sensible -que no sensiblera- y hermosa historia de amistad entre dos amigas, y lucha y superación de un mal tan terrible como el cáncer. [ver corto].
La ropavejera, de Nacho Ruipérez: la única pega que se le puede poner es que, con 28 minutos de metraje, el desarrollo de esta historia se queda corta; angustia, tensión, atmósfera y contínua inquietud destilan por todos sus poros este film que debería sentar las bases para convertirlo, más pronto que tarde, en un largometraje. Potencial hay para ello. Y así se lo sugerí a su dire, cuando vino a Guadalajara a recoger el Segundo Premio del FESCIGU 2014. [ver tráiler]
Fired on call, de Óscar Cavaller y Álvaro Moro: en plena era de superhéroes hollywoodienses, no podía faltar la lectura irónica y sarcástica con la crisis laboral como telón de fondo. Y fueron dos amigos los que llevaron a cabo esta osada parábola sobre los recortes en tiempos de supervillanos. Uno de los Premios Requetecortos que, sinceramente, más he celebrado y aplaudido. [ver corto][más en el post ‘Superhéroes por encima de nuestras posibilidades’]
Mi momento, de Mikel Bustamante: si Bikini cayó porque estaba Cuerdas -es un decir- , diría lo mismo sobre este corto y Fired on call si esta historia, breve, concisa y divertidísima, sobre una estúpida discusión de pareja, hubiese estado en la Sección Requetecortos del FESCIGU, y la pieza de Óscar y Álvaro, no. Sencilla, impactante, empática y sublime. Todos nos vemos reflejados aquí. Todos… y todas. [ver corto].
Os meninos do río, de Javier Macipe: esta coproducción hispano-portuguesa rodada en Oporto destaca por su sencillez, sobriedad, ternura y la naturalidad de sus jovencísimos protagonistas, en una historia de amistades sinceras y amores platónicos -y un poco desconcertantes, como son a esa edad- que traspasan las barreras del idioma. [ver corto en FIBABC].
Similo, de Zacarías & MacGregor: un apabullante ejercicio audiovisual al servicio de una fábula de ciencia-ficción espectacular, aunque construida sobre un concepto no demasiado novedoso en torno a la inteligencia artificial/emocional. Aunque al guion se le podría pedir algo más, hay que reconocer el ingente trabajo que hay detrás de esta insólita producción, que les llevó más de un lustro finalizar. [ver corto]
Evidentemente, muchos han quedado fuera, bien porque no podía meter a todos, bien porque aún no he tenido oportunidad de verlos.
¿Y vosotr@s? ¿Cuáles son los mejores cortos que habéis visto este año?
Debo decir que me siento muy honrado de que directores con tanto talento como Pedro Solís –Cuerdas (2013)- o Félix Llorente –A veces viene (2013)- me concedan el privilegio de ver y opinar sobre sus últimos trabajos cuando éstos apenas han salido del horno. Eso me pone un poco en la piel de un controvertido Peter Parker bloguero, pues tal ‘poder’ conlleva una gran responsabilidad: la de comentar estas películas con gratitud pero también con honestidad, y, por supuesto, sin dar demasiados detalles sobre las tramas –los famosos/odiados/temidos spoliers– , sabiendo de buena tinta que cuando publico mis impresiones casi nadie ha tenido aún oportunidad de visionar estas cintas.
Esta semana he tenido el gusto de poder echar un vistazo, casi en exclusiva, al último trabajo del tándem Álvaro Moro & Óscar Cavaller, una pareja profesional que aborda su tercera obra conjunta tras Confesiones de un esbirro (2009) –divertida transgresión de los tópicos del actioner yanqui con imprevisible giro sentimental final- y Sun Sand Survival (2012) –tosco y rudo western contemporáneo cuya excelente factura técnica estaba muy por encima de su irregular guion- . Antes que nada, deciros que a Cavaller no tengo el placer de conocerle (aún) personalmente, pero a Moro lo vengo siguiendo desde sus primeros pasos en la MAC hace ya más de una década, aparte de haber trabajado juntos en no pocos proyectos de y para Baidefeis: desde ‘mi’ Retrato en gris (2005) hasta ‘su’ Carlitos (2007), pasando por Antenitas (Juan G. Grados, 2007), Nombre Grado Unidad (Julián de la Fuente, 2008) o Alzheimer (Jesús Alonso, 2011).
«Primero luchamos, luego pasamos la factura…» Foto (C) The MagicFly Company
Fired on call (2014) está más próximo a su primera peli conjunta que a la segunda: hábilmente, sitúan al espectador en una situación cómoda y en cierto modo familiar –en esta ocasión, el épico enfrentamiento entre un superhéroe y su némesis que perfectamente podría ser el clímax de cualquier aventura Marvel- para luego romper con el estatus narrativo y llevarnos por senderos imprevistos y a la vez cotidianos. Moro y Cavaller apuestan por estética cómic a modo de lujoso envoltorio –espléndida la puesta en escena y los efectos especiales- que esconde un sainete melodramático, deudor del espíritu de Azcona, con buen sentido del humor y también profunda carga social más allá de su banal apariencia. Destaca también el trabajo de sus dos únicos actores, Rodrigo Poisón y Ramón Esquinas, que si bien su apariencia de x-men venidos a menos puede resultar a priori cuanto menos chocante –más próxima a la de aquellos Mystery Men (Kinka Usher, 1999) que a la de la lujosa pandilla uniformada del profesor Xavier- , su carisma consigue sobrepasar a sus disfraces, logrando que como espectadores veamos lo que en realidad son: un par de (entrañables) pringaos.
Tal vez este corto no sea del todo redondo, y es verdad que hay algunas situaciones algo reiterativas -¿era necesaria esa segunda llamada cuando todo el pastel se descubre en la primera?- ; pero se agradece la intención no sólo de divertir y entretener –como en Confesiones…- o de demostrar cierto virtuosismo visual –caso de Sun Sand Survival– , sino de reflejar, a modo de acertada sátira, las dificultades diarias y laborales de millones de españoles obligados a realizar auténticas superheroicidades para llegar a fin de mes.