Lunes, 5 de marzo. 7:30 de la mañana. Me levanto y echo un vistazo al palmarés de los Oscars -ya comenté, hace un tiempo, que desde hace años ya no sigo la ceremonia en directo-. ‘La forma del agua’, Mejor Película. No era mi apuesta -creo que ‘Tres anuncios en las afueras’ es muy, muy superior-, pero me alegro.
Me alegro principalmente por Guillermo del Toro, un latino gordo y feo -ojo, que es él mismo quien se describe así- que no solo me cae la mar de simpático sino que, salvo excepciones, suele hacer un cine muy personal, barroco e imaginativo que atrapa e hipnotiza. La cinta que le ha llevado a lo más alto del firmamento hollywoodiense, y que arrancó su andadura festivalera muy cerquita de aquí -en el 50º Festival de Sitges del pasado año-, a encandilado a crítica, público y académicos, pero la encuentro claramente inferior a otros títulos de su filmografía como ‘El laberinto del fauno’, ‘El espinazo del diablo’ e incluso el primer ‘Hellboy’. Para ser un tenebrosa, romántica y ambivalente fábula para adultos, su simbolismo no es nada sutil y excesivamente evidente, sus personajes demasiado redundantes, su ritmo un pelín anodino y su final claramente previsible.
Por otro lado, que haya triunfado una película tan a favor de la igualdad y claramente posicionada con los loosers, y tan explícitamente telegrafiada contra la actual administración norteamericana -quizá para que así el propio Trump la entienda-, tampoco resulta tan sorprendente como pudiera parecer en una primera lectura. A Hollywood aún le podemos tachar de estar, en líneas generales, chapado a la antigua… pero si ha de ser contestatario, no suele tener demasiado problema en ello. Y así, en una misma noche, aúpa a los altares a un mexicano -sí, uno de esos inmigrantes que el magnate quiere dejar tras un muro infame- con una historia de amor entre distintos -donde limpiadoras, artistas gays y criaturas subacuáticas destilan más humanidad y empatía que el gris hombre del Gobierno- al tiempo que se premia también a una madre coraje frente a la inoperancia policial –Frances McDormand, Mejor Actriz por ‘Tres anuncios’-, a una figura política e histórica de altura como Winston Churchill –Gary Oldman, Mejor Actor por ‘La hora más oscura’– e incluso, en el terreno de los dibujos animados, celebramos la vida y la muerte con la fiesta -también mexicana- de ‘Coco’ -Mejor Largometraje de Animación y Mejor Canción-. ¿Todavía no lo has pillado, Trump? Más claro… el agua.
A la cuarta ha sido la vencida para el veteranísimo James Ivory -Mejor Guion Adaptado por ‘Call Me By Your Name’– que, veinticuatro años después de su última candidatura y tras haberse ido de vacío con ‘Una habitación con vistas’, ‘Regreso a Howards End’ y ‘Lo que queda del día’, logra su primera estatuilla a pocos meses de cumplir noventa años… los mismos que tienen los propios premios. Más veces le ha costado a otro veterano por fin su nombre con las letras doradas de los Oscar: Roger Deakins, Mejor Fotografía por ‘Blade Runner 2049’ después de ¡trece candidaturas fallidas! -dos de ellas, en el mismo año (2008)-. Jordan Peele, revelación con su -para mí, sobrevaloradísima- ópera prima ‘Déjame salir’, se lleva a casa el premio al Guion Original. ‘Una mujer fantástica’, título que aborda un tema siempre espinoso -al menos, para los cánones del conservadurismo americano- como es la transexualidad, logró el primer Oscar a Mejor Película de Habla No Inglesa para Chile -y segunda estatuilla para el país latinoamericano-. Sam Rockwell, bien; Allison Janney -eterna C.J. de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’-, bien… Que ‘El hilo invisible’ iba a conformarse con tener el Mejor Vestuario, ‘Dunkerque’ con el Mejor Sonido -en sus dos y aún confusas acepciones- y que el exbaloncestista Kobe Bryant subiría a recoger el premio por el corto ‘Dear Basketball’ también estaba más que cantado.
En fin, todo muy repartidito, con los zascas necesarios -ahí está ese palito a Harvey Weinstein; Kevin Spacey y Casey Affleck, ni estaban ni se les esperaba-, y una pedrea donde casi todos se van contentos. Echando un ojo a los diferentes resúmenes que pululan por la red, veo que la gala dio para pocas sorpresas. Seguramente, el mejor momento lo protagonizó una hiperventilada McDormand, cuando desde el escenario pidió que se pusieran en pie todas las mujeres nominadas presentes en el auditorio -actrices, productoras, guionistas, montadoras, diseñadoras, etc.- para dejar patente, a ojos de todo el planeta. lo imprescindibles que son ellas en el oficio de hacer cine. «Todas tenemos historias que contar y que necesitan ser financiadas». Y, dirigiéndose a los hombres, en especial los que dirigen los grandes estudios, sentenció: «No hablemos esta noche en las fiestas, sino dentro de un par de días en sus oficinas». En una noche donde el movimiento #MeToo hizo menos ruido del previsto, sus emocionantes palabras, sin duda, calarán más que cualquier hashtag.
[Listado completo de ganadores en http://oscar.go.com/winners]