El francotirador

Historia de un soldado.

Resulta estimulante ver cómo a sus ochenta y cinco primaveras Clint Eastwood sigue sin abandonar la silla de director, y que, lejos de pensar en el retiro, encadena –a veces de manera enfermizamente consecutiva- , un rodaje tras otro. Sin embargo, no se puede obviar que, ya sea por la edad o porque con casi cuarenta largometrajes a sus espaldas como realizador, poco o nada tiene que demostrar ya en una industria en la que está consolidado como mito viviente, su pulso, riesgo y carácter empiezan a parecer un tanto aletargados desde que estrenara la aplaudida Gran Torino en 2008.

Su última película hasta la fecha, la muy loada –en ciertos sectores- El francotirador (2014), es un retrato biográfico de un tipo, Chris Kyle (Bradley Cooper, también productor de la cinta), elevado a la categoría de héroe de guerra ‘gracias’ a los más de ciento sesenta enemigos abatidos que se le atribuyen durante la invasión de Irak post-11S. Eastwood, seguramente el último realizador de corte clásico que queda en Hollywood –junto con otro maestro y colega, Steven Spielberg- , realiza un film sobrio, sin estridencias ni aspavientos; una frialdad estilística que contrasta con la brutalidad de los horrores que retrata, y que hace que, por momentos, uno se pregunte si no está viendo en realidad un documental excelentemente dramatizado más que una recreación fílmica.

Sin embargo, si bien es verdad que Eastwood no parece querer posicionarse -sino simplemente retratar unos hechos- , esa aparente neutralidad termina afectando al conjunto de la película, dando como resultado un film eficaz y correcto, pero sin pasión, sin garra, sin alma. ¿Dónde quedó la valentía Sin perdón (1992), Mystic River (2003) o Million Dollar Baby (2004)? Películas donde se posicionaba con audacia y honestidad, donde no temía dar su punto de vista y argumentarlo a la hora de hablar de la violencia, de la venganza, de los fantasmas del pasado, de la vida y de la muerte. ¿Es que Eastwood se ha vuelto cómodo? ¿Es que –a estas alturas- va a preocuparse por las reacciones de público y crítica?

AMERICAN SNIPER
Bradley Cooper, la mirada del ‘seal’.

Además, se le pueden achacar ciertas lagunas en el libreto -¿por qué el personaje del hermano desaparece sin explicación alguna a mitad del relato?- y una epifanía final –esos créditos con imágenes de archivo- que, no lo voy a negar, dejan un poso de cierta condescendencia y de ensalzamiento (¿patriotero?) del protagonista, una figura –la del ‘sniper’ del título- que ya fue retratada con mucha más emoción y humanidad en la espléndida y muy reivindicable Enemigo a las puertas (Jean-Jacques Annaud, 2001). El francotirador es, en definitiva, una propuesta correcta, eficaz e impecablemente filmada, pero demasiado aséptica a la hora de relatar los horrores de la guerra y la deshumanización –y posterior rehabilitación- de aquél que ha sido programado para eliminar a sus semejantes.

Recomendado para espectadores analíticos.

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